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399 LA HISTORIA DE KEIITI Y RAÚL

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La historia de Keiiti y Raúl un canto a la amistad; por Sumito Estévez 640A1
Keiiti Aki y Raúl Estévez, en el estado Mérida. Haga click sobre la imagen para ampliarla.
I
Mi padre, Raúl Estévez, geofísico y apureño para mas señas, fue fundador y jefe tanto del Departamento de Física como del Laboratorio de Geofísica de la Universidad de Los Andes. Eran los años de los sueños de construcción de una Venezuela potencia en investigación y tecnología, a finales de la década de los sesenta del siglo que pasó.
A finales de los años ochenta también fundó la Escuela Latinoamericana de Geofísica, un centro maravilloso desde donde durante siete fructíferos años se pensó e investigó mucho sobre esta tierra inquieta que no deja de bailar.
Mi padre quiso traer a Keiiti Aki, el geofísico más importante del planeta, para uno de los congresos de la Escuela. Era imposible pagarle honorarios, en caso de que los pidiera, así que mi papá (estratega excepcional) comenzó a averiguar qué le gustaba al afamado japonés.
Y le dijeron que a Keiiti Aki le gustaba mirar pájaros.
Entonces le hizo una invitación. Eran los tiempos en que las invitaciones se hacían en papel, así que puedo imaginar a Keiiti rasgando un sobre en su oficina de la Universidad de California del Sur y deteniéndose durante algunos minutos a observar las fotos de aves y paisajes de Venezuela que mi padre había colocado en el sobre junto a la invitación.
Así fue como Keiiti Aki aceptó venir.
Mi padre le prometió trinos y paisaje. Bandadas en llanos inundados. Plumas rojas en Falcón. Loros regresando al atardecer en medio de la algarabía citadina. Parques andinos con picos asomándose entre las barbas de los árboles.
Aquel congreso fue en Mérida. Y este tipo de eventos deja pocas ocasiones para el descanso, pero aun así mi padre se las arregló para llevar al pausado japonés de cálida sonrisa a un parque rico en aves.
II
Cuenta mi papá que Keiiti Aki no tenía cámara. ¡Un japonés sin cámara! También me cuenta que se sentó en ese parque y se puso a dibujar eso que veía.
El sismólogo más importante del siglo veinte dibujaba pájaros.
La historia de Keiiti y Raúl un canto a la amistad; por Sumito Estévez 640B
Este fue uno de los dibujos realizados por Keiiti Aki, durante su paso por Venezuela. Haga click sobre la imagen para ampliarla.
Cuando terminó el congreso, mi papá quiso darle un presente significativo a Keiiti y le regaló a Venezuela con contundencia teatral: lo montó en su carro, cruzó los páramos, bajó por el piedemonte andino, comieron carne en vara en Barinas, cruzaron los arrozales de Portuguesa y un poco más allá de San Carlos cruzaron a la derecha, enrumbando la brújula hacia el Hato Piñero.
Mi papá llevó a un japonés a ver pájaros al Edén en la Tierra.
Pero el profesor Estévez no tenía dinero suficiente para quedarse a dormir en el hato, así que le dijo un par de mentiras blancas al sismólogo para excusarse y se fue a dormir a El Baúl. Pero al dueño del único hotel de El Baúl no le pareció atractiva la oferta de mi padre de quedarse a dormir más de una hora y, de paso, sin compañía.
En la noche estaba mi papá nuevamente en la puerta del Hato Piñero y no le quedó otra que confesarle a su invitado que no tenía donde dormir.
Aquella noche Keiiti Aki y Raúl Estévez compartieron habitación como si se tratara de dos estudiantes universitarios.
Fueron dos días maravillosos. Días para ver más de trescientos tipos distintos de aves. Días de chigüires, babas y garzas rosadas.
III
La historia de Keiiti y Raúl un canto a la amistad; por Sumito Estévez 640B2
Carta de Keiiti Aki a Raúl Estévez. Haga click sobre la imagen para ampliarla.
Ya amigos, mi padre tuvo la suficiente confianza para confesarle a Keiiti Aki que lo había estudiado previamente para convencerlo, así que le contó cómo se había enterado de su pasión de observador de aves y cómo había usado eso como señuelo.
Y entonces Keiiti Aki le dijo que jamás había pensado en una ave en su vida. ¡A mi padre le habían dado información errónea!
En vista de la pasión que mi padre mostraba por las aves y por respeto de visitante japonés, él lo había seguido a cada paseo.
Keiiti Aki le agradeció a mi padre haberlo introducido a una nueva pasión y también le contó que ése había sido uno de los viajes más hermosos de su vida.
Antes de volver, Keiiti Aki le dejó como ofrenda a mi padre uno de los dibujos de ese viaje y le dijo: “Raúl, en Japón vivimos para el trabajo. En Estados Unidos vivimos para nuestro estado físico. Pero ustedes, Raúl, viven para la amistad.
IV
Sí.
En Venezuela vivimos para la amistad.
No lo digo yo.
Lo dijo un japonés: el sismólogo más importante del siglo que pasó.

400 UN EXTRAORDINARIA VIDA COMÚN

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Soy hombre de rituales, manías y obsesiones. Tres aristas de un mismo triángulo en donde la rutina es importante, y quizás por eso diciembre es como un parque de diversiones para mi. Suspirar diciendo ya se acabó el año con fingida sorpresa, pensar que ahora si estoy cansado, contar los días para las vacaciones, comer la primera hallaca del año y decir ¡Ahora si empezó la navidad!, ver que llega la cuenta de la renovación del seguro médico, dejarme crecer la barba hasta enero, planificar regalos, prometer para el próximo año, jurar que no quiero fiesta y hacerla, darle rienda a la melancolía…Todo es parte de un guión predeterminado que necesito, atesoro y trato de cumplir con disciplina espartana cada año.

Parte de esos rituales es resumir. Me gusta resumir. Para mi no existe diciembre sin mi listado de haberes y deberes, soy un nostálgico empedernido, uno de bolero y ron, y esa lista es savia decembrina.
2015 no me la puso fácil. Año difícil para todos, visto con cualquier prisma que escojamos. En este extraño año pasé momentos horribles. Minutos que se volvieron horas y luego días. Instantes que hubiese querido borrar de mi vida, pero es más fuerte mi necesidad de rutina, así que metódico decidí acometer mi viejo ritual aunque pudiese reabrir heridas.

En tiempos digitales es raro quien no deja huella de sus pasos. Algunos somos mas exhibicionistas que otros, pero todos vamos dejando migajas que permiten redescubrir los pasos andados. En mi caso se trata de la red social Instagram, así que me fui por el camino fácil: me puse a ver todas las fotos que publiqué este año. Otros, imagino, podrán hacerlo desde su muro de Facebook, desde sus tuits, desde los artículos publicados, desde las fotos en el celular y hasta desde el historial de visitas de Google. Migajas, migajas, migajas. Burusitas de días.

Encontré que la primera foto mostraba que la página web Prodavinci me abrió sus puertas virtuales para que fuese uno de los columnistas ¡El 5 de enero publiqué mi primer escrito y todavía se me eriza la piel con solo recordarlo!

Es el año en el que comencé a construir mi primer restaurante. He sido empleado y socio, pero uno en donde los ladrillos sean herencia para mis tres hijos y mi única socia mi esposa, no había llegado a mi vida hasta ahora. No se cuando abriremos, pero vamos viendo ladrillo a ladrillo subir el muro de nuestro castillo familiar.

2015 es el año en el que encajaron los engranajes que desde hace algunos años veníamos aceitando entre muchos, y despegó el gran movimiento de emprendedores gastronómicos en Margarita. No sólo eso: el colectivo cultural Margarita Gastronómica llegó claramente a la madurez, pasando a ser sustentable y sostenible; y vi como por quinto año consecutivo unos de los premios de la Academia Venezolana de Gastronomía recaía en Margarita.

Nació la Fundación Fogones y Banderas, con la que mi esposa y yo becaremos a cocineros y financiaremos investigaciones. Tenemos RIF, proyectos, cuenta bancaría, estatutos, presidenta y una biblioteca convertida en oficina. Lo que no es poco decir.

2015 es el año en que escribí un libro que no es de recetas. El día que sentí el peso de las páginas encuadernadas que imprimimos en un cyber, me puse a llorar. Una editorial me rechazó y otra me recogió.

2015 es el año en que mi voto ayudará a construir y no separar.

Vi despegar la marca Shape Design de joyas de mi hija mayor, mi niña pequeña comenzó la universidad, y a mi hijo menor toda la familia le regaló el pasaje para ir a Europa y fue okupa en un edifico abandonado en Turquía.

2015 es el año en que quise irme del país, y decidí quedarme. Fue duro querer irme y duro querer quedarme, pero al final quemé las naves. Puse hasta el último huevo en la cesta llamada Venezuela y me dispuse a amar hasta el infinito sin plan B. Es el año en que hice nuevos amigos entrañables, y eso es muy raro cuando se tienen 50. Por cierto, es el año en que cumplí 50 años y el cumpleaños fue muy bonito. Hay fotos para cada caso. Migajas de mis dudas y revisiones.

2015 es el año en que Valentina Quintero y yo comenzamos a trabajar juntos y ahora vamos a recorrer este país de punta a punta, contando una Venezuela que se construye y reconstruye. Bautizamos nuestra amistad de treinta años en una poza que forma el Salto Ángel.

2015 es el año en que me bauticé católico y pude escoger a los padrinos. También el año en que conocí a Rafael Cadenas. Hay mucha poesía en ambos casos.

Salió mi app de recetas para celulares y fue un fracaso, pero a mi encanta. Empecé mi colección de rones venezolanos. Me regalaron muchos libros. Di mi primera conferencia en inglés.

2015 es el año en que salí de un periodo largo de sequía creativa y comencé a inventar un montón de platos. También el año en que comencé a esbozar la maqueta de mi próximo libro de cocina. Vi fotos y fotos de mis nuevos platos y salivé. Buen augurio.

Cada una de estas escenas está fotografiada. Un año normal, común, tan parecido como al de cualquier otro. Tan lleno de cumpleaños, transformaciones, hijos que crecen, dudas que asaltan y proyectos.

En mi resumen es cierto que ayudó mucho la red social de fotografías Instagram, porque ella hace de filtro natural. Tan sencillo como que es raro, o al menos inusual, que alguien suba fotos de lo feo o triste que le pasó.

Ya lo dije al principio, 2015 también es un año en que pasé momentos terribles, pero tenía dos opciones a la hora de mi ritual de diciembre: o recordaba esos al hacer el resumen de mi año, o entendía que todos tenemos una vida común, pero sobre todo una vida que es extraordinaria.

Feliz 2015 querido grupo, aprovechemos para recorrer migajas y regresar a ese espacio íntimo en donde amamos y somos amados.

401 GEDANKENEXPERIMENT

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En el año 1812 se utilizó por primera vez el término gedankenexperiment para denotar aquellos experimento conducidos en los pensamientos. Tanto la Filosofía como esa otra rama de ella que es la Física, adoran plantear experimentos mentales como recurso académico. Probablemente el experimento mental físico mas famoso que hay es el que planteó el físico austriaco Erwin Schrödinger para poder explicar como afecta un observador las leyes físicas de la mecánica cuántica. Son experimentos que se plantean sin intención (muchas veces, sin posibilidad inclusive) de llevarlos a cabo físicamente, pero cuya concatenación lógica de eventos permite obtener conclusiones que prueban teoremas.
A veces veo lo que pasa en el país y siento que somos una especie de gedankenexperiment perverso de algún burócrata fastidiado. Lo terrible es que después de inventarse el escenario, estos sí tienen el poder para convertirlo en algo tangible.
Hagamos pues un experimento imaginario.
Imaginemos, hipotéticamente claro está, que el gobierno decide expropiar las fábricas de alimentos para animales. Lo hace alegando seguridad y soberanía alimentaria, por tratarse el alimento la materia prima sensible y fundamental en el proceso de independencia agroalimentaria.
Imaginemos, insisto, hipotéticamente, que los nuevos gerentes de las compañías expropiadas deciden subsidiar el precio por kilogramo del alimento para animales, para que el bajo precio garantice que el producto final sea asequible a la mayor parte de la población.. Para no complicar demasiado nuestro gedankenexperiment, limitémonos al alimento para vacas. El recurso del subsidio es ampliamente usado por todas las naciones. Indudablemente es una de las formas mas democráticas de reparto de la riqueza.
Imaginemos que los nuevos gerentes de la compañía expropiada tienen que aprender como se maneja el negocio de producción de alimento para vacas. No es tan fácil como prender una máquina que hace alimentos o preguntarle a los trabajadores - ¿Mira chico, cómo es que se hace esto? Implica rearmar acuerdos crediticios para importación de materia prima, (si, para hacer materia prima hay que importar otra matera prima)  restablecer sistemas de distribución y cobranza. En fin, aspectos gerenciales que toma sus buenos años lograr. Mientras tanto, imaginemos, la producción de la nueva comida barata para vacas cae estrepitosamente. 
Ahora nuestro experimento imaginario nos ha llevado a un escenario en el que hay muchas vacas hambrientas y poca comida. Corremos el nuevo escenario en nuestros programas de modelo social, y luego de quince segundos la computadora arroja el resultado. Contrabando y mercado negro, dice la pantalla. Obviamente el mercado negro solo lo puede armar quien distribuye.
Imaginemos, hipotéticamente claro está, que el productor, ese que siempre ha estado literalmente sembrado en estas tierras, no quiere ver morir de hambre sus vacas, ni quedarse sin modo de vida. Nuestro experimento, ¡miren que interesante!, acaba de crear tres nuevos tipos de ganaderos: A) Los que consiguen el alimento a precio subsidiado. B) Los que deben comprar el alimento en el mercado negro. C) Los que se quedan sin vacas porque no son amigos de nadie, ni tienen dinero para ir al mercado negro. Un tiempo después, debido a que el éxito de las relaciones financieras es directamente proporcional a la rentabilidad, también desaparece A y sólo queda B.
Volvamos al burócrata que ideó este Gedankenexperiment, uno que por supuesto jamás ha llenado de estiércol sus zapatos recorriendo el campo. En su oficina saca cuentas. La más importante es decidir cuanto cuesta producir un litro de leche. Suma. Suma nómina, metros cuadrados, veterinario, impuestos… alimento para vacas ¡Y listo! Ya sabe cuanto vale producir un litro de leche. Digo vale porque lo que no sabe es cuanto cuesta lograrlo. A su cuenta le suma 30% de ganancia para el productor, no vaya a ser que se nos muera de hambre.
Hay un problema en esta parte de nuestro gedankenexperiment. El precio de kilo de alimento para vacas (principal elemento de costo de la fórmula) que se toma es el subsidiado. Una pequeña paradoja en nuestra fórmula. – Pero señor, el precio real de ese alimento es el del mercado negro, porque es el único que se consigue. Se atreve a decir un técnico menor, de eso que no saben nada de gedankenexperiments.
La paradoja se resuelve fácil ¿Quién manda al productor a incentivar el delito comprando en ese mercado tan poco matemático que es el negro? ¡Lista la solución! El delito es del comprador y no del vendedor. Se queda en nuestra fórmula el precio subsidiado del alimento para vacas y se fija, en función de él, el precio máximo de venta por litro de leche. Llamemos a ese precio omega (Ω).
Resulta que Ω es menos de lo que en verdad es el valor de producción de un litro de leche de vaca (recordemos, por aquello del precio real del alimento que el técnico que no sabe nada notó), así que nos encontramos con un escenario inesperado en nuestro gedankenexperiment: Productores que de vender la leche por arriba de Ω van presos, y si la venden a Ω se mueren de hambre, y al ratito se le morirán de hambre las vacas también.
Que hacer. Que hacer. Que hacer. Piensan y piensan nuestros alumnos ante este interesante gedankenexperiment que les ha planteado su profesor.
¡Ya se! Levanta la mano uno de los más brillantes. ¡Que los productores de leche hagan tortas o dulce de leche y ese lo vendan al precio que si les permita mantener operativa la producción!
Brillante su solución joven, dice el profesor, el único problema es que ya no habrá leche para vender, y se supone que nuestro gedankenexperiment se planteó para que hubiese leche para todos.
Piensan.
No hay nada que hacer. Esta es la solución que da el experimento mental. Así es la ciencia, no siempre da el resultado esperado pero siempre arroja el lógico

402 CARTA A NUESTROS DISEÑADORES GRÁFICOS E INDUSTRIALES

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Algunos de los productos de una marca griega que exporta alimentos orgánicos del país. Esta serie de productos se llama Stories of Greek Origins.

1

Chela vive en la vieja carretera que une a Los Robles con La Asunción. Pocos carros pasan por allí desde que se hizo la autopista, lo que es una suerte porque la zona conserva un testarudo aire rural a apenas un par de kilómetros de una isla de Margarita que va modernizándose de manera desordenada. El patio de su casa es un caney de unos sesenta metros cuadrados, con piso pulido, columnas de cemento prefabricadas de las que se compran en mitades y se ensamblan, varias hamacas guindadas justo en el borde y un techo de palma de factura impecable. Un poco más allá, en una pequeña área también techada pero separada del caney, ella y su esposo construyeron hace catorce años una cocina lo suficientemente cómoda como para hacer sancocho para cincuenta personas.
Un sancocho de cachúa con quimbombó, ocumo y pan de año humea quedo. Algunas personas pican en cuatro unas tortas de casabe. Llego puntual a esta invitación de domingo al mediodía. Hay bastantes carros en la estrecha vía de tierra y la algarabía que escapa desde adentro del muro perimetral del terreno de Chela anuncia una buena tarde.
Me recibe radiante la anfitriona y, a medida que me acerco al caney, una enorme pancarta dice: “Gracias por el apoyo a nuestros emprendimientos”. Más abajo de esa frase están los nombres del chef Rubén Santiago, el mío, el logotipo de un espacio que hice para vender sus productos llamado Rincón Asuntino y los logotipos de una universidad, una alcaldía y un ente de turismo.
¡He llegado a una fiesta en mi honor! Más allá de lo halagador que es y del masaje para mi ego, saber que me agradecen el esfuerzo con esta fiesta significa muchas cosas. Cosas por las cuales muchos venimos trabajando desde hace varios años.
2
El movimiento de pequeños emprendimientos gastronómicos en la isla de Margarita es notable. Telúrico. Se dio una tormenta perfecta en la que se sumaron organizaciones civiles y gubernamentales de gerencia cultural, alcaldías, universidades dispuestas a dar herramientas en emprendimiento, ONGs de cultura financiera y chefs con mucho ánimo de sudar y hacer transferencia tecnológica.
No existe una sola semana en la que en varios lugares de la isla no haya eventos de calle para comprar los productos que se hacen cada día en casas de familia. Ya en Margarita es normal ver esos productos en los bodegones compitiendo con las exquisiteces importadas.
Los chips de pan de año de Alberto, los chorreaditos de coco de Helen, la mermelada de ají dulce de Doris, los dulces de Chelita, los antipastos de Ryna, los panes de Lourdes, los bombones rellenos de frutas margariteñas de Michelle, el licor de ají de Mariflor, los frapés de Rubén, los aceites y harinas de coco de Enmanuel, la miel de papelón de Mary, el licor de tamarindo de Elianny, las pepitonas picantes de Freddy. ¡Nombres y nombres de personas y productos que la gente se sabe y los busca!
Un país, unos sueños, una expresión cultural envasada en frascos: una Venezuela para exportar.
3
Todos esos emprendimientos surgieron de personas con buenas ideas, pero con mucho miedo. Todos son emprendimientos familiares y en todos están involucrados varios miembros de esas familias.
Todos los involucrados tenían sus trabajos regulares, su quince y su último. En sus ratos libres fueron pasando por una compleja curva de aprendizaje que va desde aprender a cobrar, hasta garantizar insumos, descubrir que las recetas no quedan igual y hay que aprender a resolverlo, patear la calle para inscribirse en festivales o convencer al dueño de un supermercado para que compre sus productos, sufrir la competencia que aparece luego de allanado el camino, preguntarse cuál es el equilibrio entre costo y ganancia sin salir del mercado, saber cuantos días durará el producto antes de deteriorase, tenerle miedo al sintagma nominal inspector de impuesto sin haber visto ganancia, preguntarse cuánto dinero de las ventas debe usar para el mercado de la casa y cuánto destinar  para recompra de insumos en esta economía inflacionaria, descubrir que sin dinero no hay publicidad y que sin publicidad no hay ventas, lograr la convicción que le permita decir sí tengo siempre, hasta entender que una de las mejores opciones de publicidad del emprendedor familiar es buscar alianzas con periodistas y personajes famosos.
Miedo sobre miedo. Miedos que no te permiten abandonar el trabajo fijo y convierten la rutina en un muro infranqueable que no deja que el emprendimiento se desarrolle. Miedo a esos miedos.
¡Hasta que un día se atreven! Se lanzan al vacío. Queman las naves. Use usted la frase hecha que prefiera: el hecho es que un día le dedican las 24 horas a desarrollar su emprendimiento hasta que juntos hacen un sancocho en un caney lleno de hamacas.
4
Aprender que se puede vivir de un emprendimiento es aprender a ser sustentable. Y lograrlo es un proceso de inflexión en extremo complejo que toma mucho tiempo y es apenas el comienzo: el gran reto, más que ser sustentable, es ser sostenible. Es decir: descubrir los mecanismos para perdurar en el tiempo.
No es sencillo aprender a predecir y ser resiliente. Puede sonar cruel, pero luego de un esfuerzo ingente y cuando finalmente logramos mantenernos económicamente gracias a nuestro emprendimiento, es que descubrimos que apenas estamos en la fase inicial. El verdadero lance no está en vivir de un negocio, sino durante mucho tiempo y convertir esas empresas familiares en empresas de vida.
En el caso de Margarita hemos logrado un paso trascendental al lograr que muchas familias estén manteniéndose con lo que hace unos años era apenas un capricho de feria callejera. De hecho, ya algunos de los productos dieron el gran salto a los anaqueles de los bodegones y supermercados más prestigiosos. Es cuestión de tiempo y de resolver algunas trabas burocráticas y de capacidad de producción, para que entonces crucen el mar y lleguen a tierra firme, que es como los margariteños le dicen a todo aquello que no es la isla.
Pero en medio de todo este trabajo coordinado dejamos por fuera una piedra angular: los diseñadores gráficos, los publicistas, los diseñadores industriales. Y si no tomamos acciones pronto, esa omisión puede ser un error muy costoso. Un error que podría bombardear las probabilidades de sostenibilidad de este proyecto.
5
Eso que llamamos “estética” es algo que nadie decreta pero nos envuelve a todos. Las líneas de diseño un automóvil, el corte del cabello, los cambios en la ropa, el lugar que ocupa en el cuerpo un tatuaje, la forma y el material de unos lentes, las portadas de los libros… todo tiene un estilo que representa a generaciones específicas y establece distancia entre aquello que llamamos antiguo y es que consideramos actual. Y el acto de comer no escapa de todo esto.
Las vajillas, las fotos de los platos de comida y la forma de presentarlos, los ingredientes en boga, las tendencias gastronómicas, la noción sobre lo que es sano y hasta la forma de describir un plato en el menú son elementos que están sometido a formas estéticas muy específicas. Y no entenderlo es la diferencia entre vender y no vender.
Mi angustia es grande. En este momento los frascos y las bolsas de nuestros emprendedores reinan tranquilos en los anaqueles. La razón no es otra que el hecho de que la crisis vació esos anaqueles y por primera vez se abrió espacio para este tipo de productos. Pero quiero creer que eso no será así por mucho tiempo. Este país está cambiando y ese cambio es inevitable. Pronto será posible importar de nuevo. Y cuando eso suceda nuestra mermelada, el jabón artesanal, la bolsita de lonjas crujientes de pan de año y el vaso de cepillado dejarán de estar solos: tendrán competencia.
Y usted y yo sabemos que la primera decisión de compra la tomamos con los ojos. Es apenas la segunda vez que la decisión la define el gusto. En pocas palabras: a la hora de comprar una mermelada gana la botella con la etiqueta más bonita y sólo probaríamos otra si la primera no nos gustó.
¿Pero qué significa la botella con la etiqueta más bonita? Pues aquella que tiene la forma, los colores, el tipo de letra, el eslogan, el nombre y la información sobre el producto que los clientes esperan y que se parece a los gustos de esta generación de compradores.
Y eso no queda sólo allí. También hay detalles como la forma de un empaque, la facilidad a la hora de abrirlo, la facilidad de guardarlo si no se va a consumir completo o el sonido al abrirlo. Y eso influye en las decisiones de compra.
Hacer bien todo eso es tarea de expertos. Así como rara vez queda bonita una casa si no es un arquitecto quien la diseña, rara vez queda bonito un empaque o una etiqueta cuando la hacemos con una plantilla en una computadora en casa.
Zapatero a su zapato.
Sería un espanto que, después de todo lo que se ha logrado, se venga abajo la experiencia por no haber involucrado a los diseñadores.
Y acepto mi cuota importante de culpa en ello.
Mi llamado es concreto y sin medias tintas: escuelas de diseño, diseñadores, tomen los casos de emprendimiento gastronómico de Margarita y donen su saber a estas familias. Si nos dicen que sí, con gusto los invitaremos a un sancocho en un caney para echarles el cuento.
En sus manos está la posibilidad de que el pueblo le hable de tú a tú a la importación en los anaqueles.
Un pueblo que ya hizo el trabajo inmenso de envasar nuestros sabores con calidad.

300.000 personas trabajan en las cocina de los Centros Comerciales

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Si los Centros Comerciales cierran a la hora del almuerzo... podemos dejar en la calle a uno de cada 100 venezolanos.


Diseñadores: Concurso para la identidad visual de FUNFOBA

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Mi esposa Sylvia y yo estamos a un pasito de concretar uno de nuestros sueños más grandes: La Fundación Fogones y Bandera. Ya tenemos una estructura legal y contable sólida, y una gran Directora al frente (Inés Ruíz, con amplia experiencia en gerencia cultural), y desde hace un año venimos trabajando calladitos en varios frentes

Es sencillo explicar lo que pretendemos a través de la fundación:

1. Coordinar fondos para becar a venezolanos y venezolanas que desde la cocina puedan contribuir a la construcción y transformación del país (ya tenemos algunos becados).

2. Llamar a licitación para financiar investigaciones específicas que consideramos necesarias para contribuir en la construcción de una identidad alrededor de nuestra gastronomía (estamos a un par de meses de llamar al primer concurso).

3. Generar metodologías replicables y exportables que permitan emprendimiento gastronómico familiar y creación de microempresas sustentables y sostenibles (Proyecto bastante ambicioso que ya está encaminado en un convenio entre nuestra fundación, la asociación civil Margarita Gastronómica, la fundación FUNDEFIR y la Corporación Andina de Fomento).

Queremos que desde el inicio cada paso que demos sea de amplia participación ciudadana, así que ahora que necesitamos una IDENTIDAD VISUAL, estamos llamando a un concurso dirigido a estudiantes de diseño. Me parece lindo que los momentos bautismales sean abriendo puertas a nuevas generaciones y festivos.

Paso a copiar una nota de prensa de la Fundación y a continuación las bases y condiciones del concurso:

ANUNCIAN BASES DEL CONCURSO IDENTIDAD VISUAL PARA LA FUNDACIÓN FOGONES Y BANDERA


(La Asunción,  19/02/16) Las bases para seleccionar la Identidad Visual de la Fundación, sin fines de lucro, Fogones y Bandera  fueron anunciadas por el Chef  Sumito Estévez  en rueda de prensa celebrada en el Instituto Culinario y Turístico del Caribe el viernes 19 de febrero, en la que estuvo acompañador por Fernando Escorcia, presidente de Margarita Gastronómica.

Estévez informó a los periodistas que la recién creada institución trabaja por fortalecer la identificación, reconocimiento y empoderamiento de la gastronomía venezolana como patrimonio cultural  inmaterial, financiar investigaciones  y gestionar  recursos para  becar a personas interesadas en estudios gastronómicos  dentro de  instituciones calificadas de Venezuela  o  el  mundo.

“Desarrollaremos un  Plan de formación, investigación, promoción y divulgación de gastronomía venezolana que consta del Programa de Becas para estudios gastronómicos “Chef Rubén Santiago”, el Programa de Investigación y documentación de asuntos gastronómicos “Ramón David León” y el Programa de eventos, promoción y divulgación “Bandera Gastronómica”, precisó.

Anunció que decidieron comenzar con un Concurso de Identidad Visual considerando el espíritu  participativo que tiene la Fundación que arranca sus actividades junto al colectivo de diseñadores que integra las escuelas de diseño venezolanas. “Precisamente este concurso es posible gracias a la participación de amigos del mundo culinario, porque el Premio se logra con el apoyo y patrocinio de dos instituciones consolidadas como Margarita Gastronómica y Guayana Sabe Bien, presididas por Fernando Escorcia y Juan Carlos Sayalero, respectivamente, quienes acompañan nuestra Fundación desde sus inicios”.

Por su parte, Fernando Escorcia expresó la satisfacción por el nacimiento de esta fundación porque complementa el trabajo que adelanta Margarita Gastronómica desde hace cinco años. “Nos hermanamos y fortalecemos mutuamente. Nosotros continuaremos profundizando el vínculo con las comunidades, emprendedores, restaurantes y Fogones y Bandera abordará el espacio académico, la investigación y juntos haremos otros proyectos que tienen que ver con el desarrollo de la gastronomía insular”.

Bases del concurso:

Sobre las bases del Concurso Estévez precisó que podrá participar  cualquier estudiante de diseño gráfico o afín residenciado en Venezuela. También  queda abierta la posibilidad de que también participen diseñadores en ejercicio, interesados en el tema gastronómico.

Las piezas presentadas deben tener unidad de estilo, responder al objetivo del concurso y cumplir con los requisitos técnicos del género identitario. La entrega constará de cuatro láminas, que tendrán el Identificador gráfico principal en las versiones color / blanco y negro / positivo / negativa; la familia tipográfica propuesta para caracterizar las comunicaciones; la selección cromática identitaria principal y complementaria, si la hubiera y el diseño de las aplicaciones de la identidad propuesta a  papelería institucional. Una vez seleccionada la identidad visual final, el ganador deberá elaborar un breve manual de uso que detalle y explique las ejecuciones posibles.

La recepción de las piezas participantes será desde su anuncio público hasta el viernes 1  de abril  del año 2016. El concursante deberá enviar un sobre cerrado contentivo de sus propuestas en físico a la siguiente dirección: Final Calle Lárez. Casa ICTC. La Asunción. Estado Nueva Esparta. República Bolivariana de Venezuela. Teléfono: +58295 2420680. Código postal 6301.

En el frente del sobre cerrado en que se entregue la propuesta, así como en el dorso de cada lámina contenida se deberá escribir, en letra tipo imprenta, un seudónimo que servirá como identificación. En ese sobre se adjuntará, cerrado, un sobre  que contenga en una hoja los siguientes datos seudónimo del participante, nombre y apellido del  participante, tipo y número de documento de identidad, dirección,  teléfono, código  postal y correo electrónico

El ganador o ganadora del concurso se le otorgará como Premio  Un viaje a Canaima para 1 persona (Incluye traslado, alojamiento, alimentación y paseos)  y una distinción en  acto público a realizarse en la Isla de Margarita.

Para conocer las bases completas del concurso es posible descargarlas en www.sumitoestevez.blogspot.com o solicitar su envío por el correo electrónico fogonesybandera@gmail.com.

¡GRACIAS POR SU DIFUSIÓN Y PUBLICACIÓN!
CNP 11.969


BASES CONCURSO IDENTIDAD VISUAL PARA LA FUNDACIÓN FOGONES Y BANDERA

La Fundación, sin fines de lucro, Fogones y Bandera  considerando su principio filosófico participativo y el deseo de iniciar actividades junto al colectivo que integra la comunidad a la cual pertenece;  a partir de este momento convoca al Concurso para la Creación de la Identidad Visual de la Fundación, el cual se rige por las siguientes Bases:

OBJETIVO DEL CONCURSO:

Crear  la Identidad Visual de la Fundación Fogones y Bandera.


CONTENIDO A CONSIDERAR PARA EL CONCURSO:

La Fundación Fogones y Bandera trabaja por fortalecer la identificación, reconocimiento y empoderamiento de la gastronomía venezolana como patrimonio cultural  inmaterial, cuya vastedad  nos permite entendernos y sentirnos orgullosos de lo que somos.

Fogones y Bandera promueve la  riqueza, complejidad técnica,  sabor, diversidad, colorido,  historia, tradición,ruptura e innovación,  raíces y saberes que contiene la gastronomía nacional; con la firme intención de reconocernos en ella y contribuir para que generaciones de oficiantes, −profesionales y en formación−, apuesten por sus sabores, historias e ingredientes y desde ese reconocimiento sincero se conviertan en embajadores de la venezolanidad  y su poderosa  concepción gastronómica, hasta posicionarla en la memoria colectiva local, nacional, regional, internacional y mundial, con las características propias de la movilidad social y los tiempos históricos.  

Fundamentados en la importancia de la cocina como oficio que contribuye al fortalecimiento de la cultura de un país, Fogones y Bandera crea condiciones para que hombres y mujeres de distintas edades encuentren un oficio  que les permita  desarrollar emprendimientos con arraigo cultural, sentido ético y responsable dentro del entramado comunitario  al cual pertenezcan. En ese sentido, esta fundación  beca  a personas interesadas en formarse  en el ámbito gastronómico en espacios educativos calificados.  


DE LOS PARTICIPANTES 

Podrá participar  cualquier estudiante de diseño gráfico o afín residenciado en Venezuela. También queda abierta la posibilidad de participación de diseñadores en ejercicio.


DE  LOS TRABAJOS PRESENTADOS Y SU PRESENTACIÓN

El diseño presentado debe ser original e inédito, es decir, no debe haber sido usado ni presentado en otros concursos ni publicaciones.  Deberá proponer una identidad visual que represente la filosofía y espíritu  de la Fundación Fogones y Bandera.

La Identidad Visual ganadora será utilizada en todo tipo de material publicitario, además de la papelería institucional. 

La propuesta  presentada debe ir acompañada de una breve explicación de las razones por las cuales se considera ese diseño representativo de “Fundación Fogones y Bandera”. El participante también debe considerar que se trata de lograr expresar la concepción de la Fundación en un lenguaje gráfico que hable por sí solo y despierte interés.

Las piezas presentadas deben tener unidad de estilo, responder al objetivo del concurso y cumplir con los requisitos técnicos del género identitario. La entrega constará de cuatro láminas, que se presentarán montadas en cartón, en formato A3, vertical. 

Detalle del contenido de las láminas:

1) Identificador gráfico principal (logotipo, isotipo o isologotipo), en las versiones: color / blanco y negro / positivo / negativa. Cada versión presentará la reducción máxima recomendada.

2) Familia tipográfica propuesta para caracterizar las comunicaciones.

3) Selección cromática identitaria principal y complementaria, si la hubiera. La composición técnica de estos colores estará especificada de acuerdo a la normativa del código Pantone, al sistema de tintas transparentes de impresión (CMYK), en RGB (para pantalla) y Hexadecimal para web. Otros elementos gráficos que actúen como constantes de la identidad (si los hubiera).

4) Diseño de las aplicaciones de la identidad propuesta a: papelería institucional.

Una vez seleccionada la identidad visual final, el ganador deberá elaborar un breve manual de uso que detalle y explique las ejecuciones posibles.


DE LA RECEPCIÓN E IDENTIFICACIÓN DE LAS PROPUESTAS 

La recepción de las piezas participantes será desde el anuncio público de las bases hasta el viernes 1  de abril  del año 2016.

El concursante deberá enviar un sobre cerrado contentivo de sus propuestas en físico a la siguiente dirección: 

Final Calle Lárez. Casa ICTC. La Asunción. Estado Nueva Esparta. República Bolivariana de Venezuela. Teléfono: +58295 2420680. Código postal 6301.

En el frente del sobre cerrado en que se entregue la propuesta, así como en el dorso de cada lámina contenida se deberá escribir, en letra tipo imprenta, un seudónimo que servirá como identificación. En ese sobre se adjuntará, cerrado, un sobre tamaño A4 que contenga en una hoja los siguientes datos:

a. Seudónimo del participante

b. Nombre y apellido del  participante

c. Tipo y número de documento de identidad

d. Dirección y teléfono postal

e. Correo electrónico


DEL PREMIO

El ganador o ganadora del concurso se le otorgará como Premio  Un viaje a Canaima para 1 persona (Incluye traslado, alojamiento, alimentación y paseos)  y una distinción en  acto público a realizarse en la Isla de Margarita. 


DE LA PROPIEDAD DE LAS PROPUESTAS PRESENTADAS

Por la cesión del trabajo y derecho de autor, el ganador recibirá como UNICO RECONOCIMIENTO, la distinción establecida, y el premio señalado,  no teniendo absolutamente nada que reclamar y quedando obligado a entregar el original del trabajo realizado, en soporte digital, a la Fundación Fogones y Bandera.  

La Fundación Fogones y Bandera  se reserva la posibilidad de utilizar libremente el trabajo que resulte ganador, de acuerdo a sus necesidades e intereses, con carácter de exclusividad y por tiempo indefinido, reconociendo siempre la autoría del ganador.


DEL JURADO

El jurado estará constituido por tres (3) profesionales de las áreas gráficas  de reconocida trayectoria, cuyos nombres se darán a conocer oportunamente. 

El fallo del jurado será inapelable. El concurso podrá declararse desierto, en caso de que ninguna de las propuestas presentadas resulte suficientemente satisfactoria para los objetivos del concurso.

El jurado podrá sugerir modificaciones técnicas que optimicen la propuesta seleccionada, siempre que no altere su lineamiento y concepto.

El jurado valorará entre otros, los siguientes aspectos: facilidad de identificación de la propuesta con Fundación Fogones y Bandera, diseño innovador y creativo, adaptabilidad.

Lo no previsto en la presente convocatoria será resuelto a criterio del jurado y el equipo organizador. La participación en este concurso es libre y gratuita, y supone el conocimiento y aceptación de las bases. 

Para mayor información pueden comunicarse por el correo electrónico fogonesybandera@gmail.com.

Poner un tanque de agua en el apartamento ¿Es buena idea?

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En estos días de crisis de agua muchas familias que viven en edificios están comprando tanques internos para cada apartamento. Aquí mi análisis de porque si esos tanque no se acompañan de medidas como medidores individuales o apelar a la consciencia individual, son la peor medida contra el racionamiento necesario para que haya agua para todos. Lo que paso es una carta que le mandé a mis vecinos


TANQUES INTERNOS VERSUS CONSUMO DE AGUA

A) Supongamos que le consumo promedio de gasto de agua sin racionamiento es de 200 litros por día.
B) Supongamos en la casa tenemos un tanque de 400 litros.

C) Supongamos que el edificio raciona el agua a dos medias horas por día, tal como hacemos en este momento.
D) Supongamos que quien tiene tanque mantiene su ritmo tradicional de consumo porque en esas dos medias horas en que el edifico abre la llave, da para rellenar los 200 litros que ya le faltan al tanque de la casa.
E) En pocas palabras, si los apartamentos tienen tanques internos PERO NO ACTUÁN COMO SI NO TUVIERAN y racionan voluntariamente, el consumo es idéntico a como si no hubiera racionamiento y por la tanto la presión sobre el tanque del edificio igual a si fuese un escenario normal.
F) Ya que el 100% del agua se está comprando en cisternas. Si quien teniendo tanque en su casa (yo por ejemplo seré uno desde la semana que viene) no raciona, pagará lo mismo por el agua que quien si ha estado racionando.

NOTA: Y si en un edificio no compran agua es igual: si no cambian de patrón de consumo, con su actitud no estarán contribuyendo a un plan de racionamiento que es necesario para todos.

G) Es más, quien no tiene tanque en su casa, suele ser inclusive ahorrativo de más, ya que aunque sabe que tiene agua a discreción la media hora de no racionamiento, la usa a consciencia y muy limitada.
H) Por eso es buena la idea de que cada apartamento instale medidor, de tal manera que a la hora de pagar el cisterna, se dividen todos los litros comprados en un mes por los consumos reales de cada apartamento y cada quien paga lo que es:
- El que más gasta paga más.
- Quien no está en el edifico no paga, salvo una mínima cuota que será la de mantenimiento y limpieza del edificio.
I) Ya que ese tema de poner medidores en cada apartamento puede ser eterno ("yo estoy de acuerdo, yo no estoy de acuerdo, yo propongo, yo ahora no puedo"... etc.), al menos expliquemos a cada apartamento que tenga tanque interno (mi caso dentro de una semana. Ya hoy lo compré) QUE DEBE COMPORTARSE COMO SI HUBIESE AGUA SOLO DOS VECES AL DÍA MEDIA HORA.
No está fácil porque es apelar a la consciencia y buena intención de personas que, mientras no haya medidor individual, son inauditables... pero al menos es un intento.
Yo me comprometo a usar el agua, aun teniendo tanque, sólo dos medias horas al día y con el chorrito medio abierto... como lo he venido haciendo hasta ahora y mientras esa sea la situación de todos.
Sumito

ENCUENTRO CON EMPRENDEDORES GASTRONÓMICOS Y FUNFOBA

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ENCUENTRO CON EMPRENDEDORES GASTRONÓMICOS PARA INICIAR JORNADAS CON DISEÑADORES.
(10 DE MARZO DE 2016)

El día de hoy la Fundación Fogones y Bandera (Funfoba) tuvo un encuentro con emprendedores gastronómicos de la Isla de Margarita en la sede del Instituto Culinario y Turístico del Caribe (https://www.facebook.com/ictcmargarita) que amablemente nos presto sus espacios.

En la misma se encontraban presentes nuestra Directora General Inés Ruíz, nuestra fundadora Sylvia Sacchettoni, Ángel Armas y Luis Acosta (Cooperativa Socioproyectos ambientales), Magaly Guedes García (Directora de Turismo y Cultura de la Alcaldía de Arismendi), el fotógrafo Javier Volcán como aporte del colectivo cultural Margarita Gastronómica, los muchachos de la productora de videos CaPost Studio y 35 emprendedores.

Salomón Raydán, presidente de la Fundación Fundefir (http://www.fundefir.org.ve) y uno de los pilares del proyecto estuvo presente vía Skype desde Bosotá, al igual que nuestro Presidente Sumito Estévez quien también participó a distancia vía Skype.

De esta reunión, entre muchas iniciativas, se decidió hacer una cena diseñada y dirigida por Sumito Estévez con donación de comida terminada de los distintos emprendimientos, con el fin de recaudar fondos para que la directora Inés Ruíz viaje el próximo mes a Caracas para reuniones con diseñadores gráficos e industriales que han expresado su interés de aportar saberes al proyecto de emprendedores que próximamente Funfoba y CAF (Corporación Andina de Fomento) impulsarán en la isla. La idea de financiar el encuentro con diseñadores de esta manera, es para mantener siempre el espíritu solidario de todos para lograr que en unos meses los anaqueles de supermercados tengan productos de familias, con estética y calidad máximos.

Igualmente el fotógrafo Javier Volcán se ofreció a hacer un catálogo fotográfico de las etiquetas actuales para que las mismas sean revisadas por los diseñadores.

Pronto Funfoba anunciará las características de su proyecto mayor: Un Laboratorio Culinario para la construcción y transmisión de saberes replicables, en procesos de emprendimiento gastronómico familiar desde bases profundamente éticas y sustentables con el ambiente.

MARGARITA ESTÁ MÁS BELLA QUE NUNCA

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Entre los margariteños que aman a la isla de Margarita es vox populi la molestia con la campaña anti-margarita. No por razones de negocio, sino porque da dolor que el esfuerzo de tanta gente por hacer de esta isla vivible a pesar del gobierno que tenemos, se viene abajo. Mucha gente en la isla ha puesto en sus redes afiches que han surgido desde las distintas organizaciones civiles, para mostrarle al mundo que ésta, inclusive ante los embates de un gobierno indolente, sigue siendo la perla del caribe.  

Toda una polémica tuitera se armó, al punto de ponerme por primera vez en mi vida en los tan poco deseados "Trending Topic", porque usé la expresión "Margarita está más bella que nunca", que es un modismo que usamos mucho los venezolanos tan afectos a los superlativos. No significa que ahora está mejor que antes... pero explicar modismos en medio de la intolerancia es una pérdida de tiempo estéril.

Tengo la piel bastante dura con el tema Tuiter y ya le conozco bien el tumbao. Se que así se mueven las cosas por allá... pero:

Me llamó la atención el silencio casi absoluto de los margariteños ("navegaos", con "pasaporte", "anclados" o "nativos")... dejaron que se impusiera la voz de los radicales que gozaron diciendo desde sus butacas que Margarita es una m...da, y no salieron a decir que esta isla sigue siendo el lugar con la mejor calidad de vida de toda Venezuela.

Hay silencios que son incómodos. O salimos en bloque a defender nuestra isla... o termina convirtiéndose en lo que otros quieren que sea para poder demostrar que nada sirve en Venezuela.

Mi punto es: o le ponemos el pecho a seguir trabajando y defendiendo los espacios ganados en la isla a fuerza de ciudadanía... O cerramos las santamarías. Tener miedo de decirlo porque no es políticamente correcto es lo más cercano que conozco al suicidio.


Y sí... Margarita está más bella que nunca. Lo diré hoy y lo diré cada día que viva en ella. Como se lo diré a mi esposa hasta que esté arrugadita y achacosa: mi amor, estás más bella que nunca.

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Cuando un pueblo pierde la autoestima, está a segundos de perderlo todo.

¡GRACIAS DISEÑADORES!

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SI HACE CLICK SOBRE LA FOTO PODRÁ VERLA MÁS GRANDE


En febrero de este año escribí en el portal Prodavinci un artículo que titulé Carta a nuestros diseñadores gráficos e industriales (http://prodavinci.com/blogs/carta-a-nuestros-disenadores-graficos-e-industriales-por-sumito-estevez/), y las consecuencias han sido maravillosas porque me encontré con que los diseñadores son gente bellísima. Si hoy tuviera que escribir de nuevo esa carta sólo diría ¡Gracias por lo que hacen por este país! 

Mi esposa y yo tenemos una fundación (Fogones y Bandera) que en uno de sus proyectos, y gracias al apoyo de CAF Banco de Desarrollo para América Latina, está desarrollando un plan de año y medio de duración para el acompañamiento de emprendedores gastronómicos de la isla de Margarita. 

El viernes viajaron a la isla Jaime Cruz, director de esa gran escuela de diseño y comunicación visual como es Prodiseño, y además coordinador del diplomado en diseño e innovación social (Prodiseño-UCAB), junto a sus estudiantes del diplomado Ignacio López, Maru Láres, Bárbara Portto, Miguel Rodríguez y Edgar Martínez. 

Todos se quedaron en las casas de emprendedores del proyecto y estuvieron trabajando con ellos en varias casas. Fueron absolutamente consentidos por estas familias, les hicieron un sancocho, pudieron ver el fenómeno de toma de espacios públicos que se da a través de ferias y vivir el día a día del proyecto. 

Por otra parte, el día de hoy Paola y Juan Carlos Bertorelli de Hachemashache Comunicación, los hermanos referencia nacional en manejo comunicacional de marcas, también estuvieron viendo en la calle los casos de emprendemiento gastronómico familiar y hoy les dictaron un taller al grupo, dejaron tareas específicas como por ejemplo que cada uno escribiera la historia que quieren decir con su marca y las emociones que desean tocar en ese diálogo, y se emocionaron (y nos emocionaron) al punto de las lágrimas. 

Desde la isla de Margarita estamos construyendo un modelo de gestión cultural alrededor del emprendimiento familiar… ¡Gracias diseñadores, su generosidad es infinita! 

En la foto, una vez que salimos del salón de conferencia en mi escuela de cocina y listos para la foto de grupo, Juan Carlos Bertorelli nos habla, su hermana Paola es la de franela blanca justo detrás de Lula (en silla de ruedas) y cuatro personas a su lado está Jaime Cruz (director de Prodiseño) de franela gris, con lentes y barba “candado” gris.

SONIDOS DEL SILENCIO

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I
Una mañana de 1972 yo conocí en Mérida a Paul Simon y a su amigo Art Garfunkel. Me saludaron, me sonrieron y uno de ellos, creo que Paul, me revolvió la cabellera como hacen los adultos con los niños. Yo tenía 7 años y aunque he tenido muchos días que son el más feliz de mi vida, ese día fue el más feliz de mi vida ¡Imaginen Paul Simon ahora era mi amigo!

En mi casa se escuchaba con frecuencia el long play Sonidos del Silencio y ya que el disco salió cuando yo contaba con apenas un año, no es exageración decir que me amamantaron con el.

El día que los conocí lo recuerdo como si fuera hoy. Vivíamos llegando al Parque Glorias Patrias al final de la Av 4. La pared de la larga sala estaba forrada con esterilla y el ventanal daba hacia la sierra nevada. Todavía no habían hecho una hilera de enormes edificios que nos quitaron el placer de ver nieve cada mañana. Desde nuestra sala podía verse la Av 3 y las facultades de medicina y de ingeniería. Justamente en el auditorio de Ingeniería se presentó el dúo. Mi Papá me llevó y mi asombro fue total cuando los vi salir al escenario y cantar mis canciones favoritas.

Crecer implica romper ilusiones. La magia pasa a ser truco. El niño Jesús pasa de visitante a tradición. Nuestro patio gigante se convierte en solo patio y el despecho por la novia que no tuvimos se convierte en sonrisa. En ese saco de ilusiones rotas también entró mi amigo Paul. En algún momento tuve que enterarme que había asistido al concierto de un par de muchachos norteamericanos morraleros que se financiaban su viaje por Latinoamérica cantando las canciones del mítico dúo neoyorquino aprovechando el parecido físico que tenían con ellos. Probablemente no eran ni tan parecidos. Seguramente bastaba con que uno fuera pequeño de pelo negro y el otro desgarbado con pelambre bachaca. No importa, ese día de 1972 yo se que conocí a Simon y Garfunkel, así como me consta que el niño Jesús sí venía a mi casa.

II
Lo extraño de los recuerdos es que congelan la edad. Leo una entrevista que le hacen a Paul Simon y hay algo que no encaja. Dice allí que él tiene 75 años. Es imposible ¿Cómo va a tener tantos años ese señor si yo sigo teniendo siete? Sigo leyendo la entrevista y me topo con esta frase del cantautor: “Por extraño que parezca, a medida que envejecemos somos más felices. Cuando se ha pasado unas cuantas veces por crisis, ha habido muertos, has vivido tristezas y también unas cuantas alegrías, tiendes a fijar tu atención en el regocijo. La tristeza, quieras o no, es una constante alrededor ¿Entonces por qué dársela a otros como si fuera un regalo?”

Y si. Resulta que Paul si tiene 75 años y que yo ahora tengo 50. Y resulta que tenía muchos años sin saber de mi amigo Paul, pero cuando vuelvo a saber de él, me sigue hablando. Me describe. Me define. Voy envejeciendo y con el pasar del tiempo tiendo a fijar mi atención en el regocijo. Lo más grande que puedes aprender en la vida es a amar y aprender a ser amado cantaba Nat King Cole en su canción Nature Boy, bien se podría agregar que hacer feliz y aprender a serlo también es parte del secreto.

III
Nos dicen todos los días que este país ya no tiene compón. Que el problema ya no es ni económico, ni político, ni social. Que el problema es moral.
Que los venezolanos no servimos para nada. Que aquí aunque cambie el gobierno o liberen el dólar, las cosas seguirán igual porque los venezolanos no servimos para nada.

Esa constante llamada tristeza disparada a diestra y siniestra como único regalo.

Y veo a mi alrededor. Y veo un país en carestía en donde cuando entramos a casa de amigos y hay una olla en la cocina, es normal que la abramos y veamos que hay adentro. Vivo en un país en donde eso pasa todos los días y es normal. Y veo también un país inseguro en donde cuando uno va a visitar por primera vez a alguien, esa persona te muestra cada rincón de la casa, te muestra su cuarto (¡su cuarto!) y de paso si nos gusta su camisa nos la ofrece diciendo que está a la orden. Yo, Sumito Estévez, venezolano mayor de edad, vivo en un país en donde es normal llegar a la casa de alguien y sin pedir permiso abrir la nevera. Yo cada día, todos los días, veo a mi alrededor gente que le echa agua a la sopa cuando le cae alguien de sorpresa. Es más, vivo en un país en donde es posible caer de sorpresa.

Podrán parecer tonterías en medio de tantos problemas, parecer una mirada sesgada y afinada hacia las postrimerías de lo que bueno que fuimos, pero estamos hablando de las casas de la gente, del espacio más íntimo de las personas. No amigos, no son muchos los países en donde uno abre ollas, conoce la intimidad del cuarto, esculca neveras con desparpajo y sabe que a la casa a la que se llegue de improvisto, si es hora de comer, de la nada aparecerá un nuevo puesto en la mesa. Vivo en un país en donde sabemos dar felicidad y la queremos seguir dando. Uno en donde dar como regalo tristezas no es la norma.

Por un puñado de delincuentes no compro el cuento de la fractura moral. No lo compro porque todos los días entro a casas en las que queda claro que tenemos compón. Recordemos lo que somos y seguimos siendo, muy pronto tendremos que hacer buen uso de ello. Suena este pueblo, sólo que suena en silencio.

Diplomado de gerencia gastronómica ICTC-UCAB

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UCAB-ICTC.jpg 
Diplomado de gerencia gastronómica
Coordinador académico: Sumito Estévez – sumitoestevez@gmail.com
El Diplomado de Gerencia Gastronómica del Instituto Culinario y Turístico del Caribe (ICTC) y la Universidad Católica Andrés Bello -UCAB es un convenio académico conjunto entre el Centro Internacional de Actualización Profesional de la Universidad Católica Andrés Bello y el ICTC.
Número de horas académicas100 horas académicas.
Dirigido aEstá dirigido a todas aquellas personas que, independientemente de su profesión, se encuentran en cargos en la industria gastronómica, desean crecer en un oficio que ya desarrollan, o están por entrar a él. Se trata de una información transversal necesaria, independientemente de si se es dueño de una empresa (posadas, restaurantes, caterings, etc.), si se ocupan cargos de mando (chef, sous-chef, jefe de sala, gerente de alimentos y bebidas, etc.), o si la posibilidad de incursionar en el área de alimentos se avizora.
Nota: Dada la intensidad de la información y nivel profesional de los instructores teóricos, es necesario ser bachiller y poseer un conocimiento básico de computación y de manejo de hojas de cálculo (Excel). No es necesario ser profesional de la cocina.
Competencias:
Con esta actividad de formación se pretende que el participante:

  • Comprende la importancia de alinear la visión y misión del restaurant y su impacto en la gestión y servicio.
  • Gestiona las diferentes áreas de un restaurante.
  • Desarrolla una propuesta sustentable de proyecto de servicio gastronómica.
  • Aplica gestión y estructura de costos de un restaurante.
  • Diseña estrategias de mercadeo y venta de proyecto de servicio gastronómico. 

Contenido programático:

Nombre del módulo

Horas académicas
 
Módulo introductorio al Diplomado de Gerencia Gastronómica

4
Módulo 1. Estrategias para la conceptualización de un modelo de negocio
Temas:
1. Metodología para establecer Misiones y Visiones enfocadas, posibles y sostenibles.
2. Herramientas de coaching para lograr equipos de trabajo armónicos.
3. Estrategias: Importancia de la “comida de personal”, viajes, premiaciones, talleres.
4. Sensibilización en los aspectos éticos del ejercicio profesional en cuanto a salud, cultura, impacto social y ambientales.
 


8
Módulo 2. Estrategias de Mercadeo
Temas:
1. Métodos para la construcción de una identidad visual.
2. Medios tradicionales de promoción y su impacto real.
3. Medios digitales de promoción y su impacto real.
4. Manejo de redes sociales.
5. Retroalimentación e interacción con el cliente
 

8
Módulo 3. Estructura de costos de una receta
Temas:
1. Redacción de recetas con formatos para costos.
2. Estandarización de unidades de peso y medida.
3. El concepto de rendimiento por merma, pérdidas o descarte.
4. Costeo de recetas y uso de sub-recetas.
5. Estrategias para definir el precio de venta al público.
6. Manejo de escenarios inflacionarios.
7. Manejo de inventarios: de reposición y de guarda
 


20
Módulo 4. Auditoría y manejo de pérdidas
Temas:
1. Tipos de auditoria.
2. Estrategias para inventariar vajilla, cubiertos y licores.
3. Importancia del control de temperatura de neveras.
4. La basura como reflejo de malas prácticas que ocasionan costos.
5. Consumo interno de ingredientes inconsciente y consciente
6. Sistemas “blindados” de caja y manejo fiscal.
 

4
Módulo 5. Gestión de las áreas del restaurant:   Organización de la cocina
Temas: 
1. “Mise en place”, el concepto más importante para organizar procesos de servicio.
2. Formatos de abre y cierre de operación.
3. Organigrama de la cocina.
4. Minutos previos a la apertura.
5. Cierre de operaciones.
 

4
Módulo 5. Gestión de las áreas: Organización del Bar y de la Sala
Temas:
1. “Mise en place.
2. Formatos de abre y cierre de operación.
3. Organigrama de sala y barra.
4. Minutos previos a la apertura.
5. Cierre de operaciones.
 

4
Módulo 6. Estrategias de venta de alcohol.
Temas:
1. Alianzas.
2. Catas.
3. Coctelería.
4. Los casos de cerveza artesanal, licores artesanales y ron.
5. Vino.
 

4
Módulo 7. Planificación con base a precio, oportunidad y estacionalidad
Salida de campo a un mercado con el fin de entender la importancia de la ocasión, estacionalidad, originalidad y costo, a la hora de diseñar un menú tanto atractivo como rentable.
 
4
Módulo 8. Diseño del menú
Temas:
1. Redacción en función del cliente a quien se dirige la propuesta.
2. Estructura del menú, número de platos y escala de precio.
3. Importancia del diseño gráfico a la hora de hacer un menú.
4. ¿Cómo vender un menú?: Historias detrás de cada plato.
 

4
Módulo 9. Alianzas.
Temas:
 1. Con proveedores.
2. Festivales: Invitados o invitaciones.
3. Días especiales y efemérides.
4. Voluntariado: eventos culturales, comunidad y beneficencia.
 

4
Módulo 10. Manejo de comandas.
Temas:
1. Metodología para tomar el pedido del cliente con el fin de evitar mal servicio.
2. Comanda física y comanda emitida por pantalla táctil.
3. Manejo de información y pedidos entre sala y cocina.
 

4
Módulo 11. Importancia de la Etiqueta y Protocolo.
Temas:
1. Etiqueta y protocolo como valor cultural.
2. Respeto de religiones, dietas y creencias.
3. Importancia del Jefe de sala.
 
4
Módulo 12. Higiene y manipulación de alimentos
Temas:
 1. Entrenamiento del personal.
2. Riesgos y consecuencias.
3. Manejo de fumigaciones.
4. Controles diarios.
5. Cadena de frío.
6. Tipos de contaminación y de intoxicación.
 


8
Módulo 13. Marco legal
Temas:
1. Registro de compañía y de marca en Venezuela.
2. Contratos de alquiler.
3. Marco de leyes obligatorias con los empleados.
4. Manejo de demandas laborales o de clientes.
5. Obligaciones fiscales y municipales.
6. Permisos de funcionamiento.
7. Responsabilidad civil.
 


8
Módulo integrador.
Ante un jurado compuesto por: Un dueño de restaurante, un creativo de marcas y un miembro de la coordinación del diplomado; cada grupo de alumnos defenderá su propuesta de operación gastronómica y escuchará recomendaciones.
8

Equipo de profesores:
Sumito Estévez. Mauricio Parilli. Ernesto Brito. Norvic Piazza. Héctor Romero. Braulio Jatar.
Estrategias Didácticas:
Las actividades tendrán un enfoque eminentemente práctico, centrado en el participante, facilitando herramientas de inmediata aplicación en el campo laboral.
Evaluación del Aprendizaje:
Una asignación por módulo evaluada bajo escala de calificación de 0 a 20 puntos. Las especificaciones del sistema de evaluación serán indicadas oportunamente por cada Facilitador del Diplomado, además el participante debe cumplir el 75% de asistencia de cada módulo.
Fechas:
Inicio: Lunes 12 de Septiembre de 2016.
Culminación: Viernes 21 de Octubre de 2016.
Inversión:
Único pago de 160.000 Bs.
NOTA
Si  vas a realizar también el Curso práctico de “INICIACIÓN GASTRONÓMICA” , tenemos un precio especial para el paquete.
Cupo:
20 alumnos
Forma de pago:
Transferencia electrónica o depósito en la cuenta corriente 0171-0015-70-6001507297 del Banco Activo a nombre de INSTITUTO CULINARIO Y TURISTICO DEL CARIBE C.A. RIF: J-40723630-0 (consignar comprobante de la transacción ante las oficinas administrativas de ICTC y/o enviar al e-mail: ictcmargarita@gmail.com, con los siguientes datos: nombre, apellido, número de cédula y el nombre de la actividad).
Tarjeta de crédito, débito. Dirección: Calle Lárez con calle El Dique, casa ICTC, La Asunción, Isla de Margarita, Estado Nueva Esparta, Venezuela. Horario de Caja: Lunes a Viernes de 8:00 a.m. a 12:00 m.
¿Dónde se dicta?:
En la sede del Instituto Culinario y Turístico del Caribe. Calle Lárez con calle El Dique, casa ICTC, La Asunción, Isla de Margarita, Estado Nueva Esparta, Venezuela.
Teléfono +58-295-2420680
Certificación:
La asistencia a no menos del 75% de las sesiones de clase conlleva la obtención de un certificado de asistencia avalado por el Vicerrectorado Académico de la UCAB (Universidad Católica Andrés Bello) en el marco de la alianza suscrita con ICTC (Instituto Culinario y Turístico del Caribe).
Horario:
La primera semana (Lunes 12 a viernes 16 de septiembre 2016) se dicta los 5 días de 8am a 12pm. Las semanas sub-siguientes de martes a viernes de 8am a 12pm, hasta culminar el día viernes 21 de octubre.

406 (Una hallaca en la TV danesa y arepas para Gordon Ramsey)

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Apenas a los 21 segundos de empezar el episodio 37 de la segunda temporada de Master Chef Dinamarca, una concursante danesa dice a cámara, con un curioso acento y en español, “Buenos días, Karlos, ¿cómo estás?”
Al minuto tres un cocinero venezolano es presentado con bombos y platillos como jurado invitado.
No entiendo nada: hablan en danés. Apenas entiendo la palabra “Taller”, que es el nombre del restaurante donde Karlos trabaja en Copenhague, y otra palabra que suena comovenezuelenkien. Pero lo mejor llega al cuarto minuto, cuando los cinco rubios daneses que concursan abren su campana sorpresa: ¡hay una hallaca!
Todos la huelen incrédulos y tratan de pronunciar el nombre. Por primera vez lamento no hablar danés, pero por el contexto al parecer la prueba consiste en adivinar cuáles ingredientes la componen y, además, preparar una Pisca Andina, algo que también les explica.
Así es como comienza un frenético programa que muestra las angustias de unos noveles cocineros nórdicos, hasta el punto de (en el minuto 30) oír a uno gritar “¡La puta madre!” en buen español.
Ya en el minuto 39 se define que Karoline Trier, Ann Manggaard, Eigil Horn y (tras varios latidos en la pantalla) Camilla Lawes pasaron la ronda. Y el altísimo Malte Weis es despedido. La cocina venezolana ha protagonizado un instante de la televisión global.
Si quiere ver el programa completo antes de seguir leyendo (o después) haga click acá.

2
Es junio de 2007. Paul Potts tiene en la solapa de su traje el número 31829 y está por entrar a la sala de un reality show de talentos de esos en donde las presas fáciles son humilladas por un jurado. Y Paul es una presa. Tiene 37 años y la industria de la música no perdona advenedizos. Es vendedor de teléfonos celulares en una tienda, tiene sobrepeso y en cada intento torpe de sonrisa completa el cuadro patético con una dentadura impresentable. Aquella noche cantó el aria “Nessun dorma” de la ópera Turandot de Puccini. Dejó a todos boquiabiertos y terminó ganando el concurso.
Una entrada en ese templo de la ópera que es La Scala de Milán llegó a costar hasta dos mil euros, luego de los dos años de remodelaciones previos a su reapertura y apenas tres años antes del concurso de televisión donde participó Paul Potts. Sería difícil de costear para un vendedor de teléfonos, pero posiblemente él pertenezca a esos millones de personas que nunca tuvo el dinero para entrar a los templos de la ópera, pero pudo oír, por ejemplo, a “Los Tres Tenores” cantar en lugares tan insólitos como el Dodgers Stadium, en Los Ángeles, o los espacios abiertos de Las Termas de Caracalla, en Roma, mientras los transmitían por televisión.
Cuando Plácido Domingo, José Carreras y Luciano Pavarotti hicieron aquello, algunos puristas gritaron “¡Horror!”, mientras vaticinaban la muerte del bel canto ante lo que consideraban una promiscua intención de acercarlo a las masas. En cierto modo la discusión fue zanjada por Plácido Domingo cuando, en una entrevista de 1998, dijo “Entiendo las quejas de los puristas, pero no quiero que los puristas vayan a ver a Los Tres Tenores”.
3
Soy de quienes creen que lo mejor que le puede pasar a una expresión cultural es su difusión masificada. En Venezuela tenemos un bello ejemplo en el Sistema Nacional de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles. Desde 1975 hasta ahora han estado masificado la enseñanza de música clásica y, si nos guiamos por las cifras oficiales, en 2015 ya habían pasado 700.000 jóvenes por el sistema. Así fue como la música clásica ejecutada por niños y jóvenes venezolanos se convitió en una referencia mundial.
La difusión masificada es capaz de permitir que quien no sabía de la existencia de la poesía creadora del hombre se tope con ella. Y así es capaz de lograr que fulguren talentos dormidos que esperaban ser despertados. Empodera y confiere derechos que nos permiten mostrar lo que somos capaces de hacer fuera de nuestras fronteras. ¿Quién no ha pensado que para tener 22 futbolistas excepcionales necesitamos poner a patear a cientos de miles?
No puedo imaginar que Venezuela deje de ser un semillero de músicos, pero la labor que después de 41 años hizo algo tan grandioso como el Sistema Nacional de Orquestas que ideó el maestro Abreu podría venirse abajo en un quinquenio. Bastaría con argumentar que no hay dinero para comprar instrumentos o que el Estado necesita retirar su apoyo financiero por una crisis u otra. A la vuelta de los años necesarios para que tenga lugar el retiro profesional de quienes hayan quedado formados, todo habrá desaparecido. Y en caso de que luego se intente reactivar el proceso formativo, habría que esperar no menos de quince años para volver a las glorias que hoy nos enorgullecen.
No pretendo comparar el movimiento gastronómico venezolano con algo tan tremendo como es nuestro movimiento musical. Sólo ejemplifico las consecuencias de dormirse durante un proceso de posible difusión masificada de nuestra cultura. Y lo hago porque en nuestra cocina eso está a punto de suceder.
4
¿Quién es Karlos Ponte? Entro a la página web del chef merideño y me hincho de orgullo: hay caras cercanas y unos tambores que reconozco invaden la pantalla de mi computador. ¿Puede haber un mejor embajador de Venezuela que este cocinero andino?
Pero Karlos no está solo. Es apenas uno de cientos de venezolanos que en este momento comandan cocinas en distintos lugares del mundo. Karlos no es una casualidad, sino el resultado de decenas de miles de muchachos y muchachas, quienes durante los últimos 25 años han estado estudiando cocina en Venezuela. Es el resultado de aquellos años cuando en Venezuela se hicieron los congresos gastronómicos más importantes del continente, como esas once ediciones del Salón Internacional de Gastronomía por donde pasaron todos los grandes de la cocina mundial o la explosión editorial que tuvimos en tiempos mejores.
Karlos es uno de esos 22 jugadores que han surgido de la cantera de miles de venezolanos que se atrevieron a empuñar cuchillo y pelapapas.
5
La voz en off del presentador de Master Chef USA anuncia el nombre del jurado sorpresa: “¡Chef Aarooooon Sánchez!”
Queda claro de qué tipo de cocina tratará la prueba, pues han decidido escoger como juez a este tejano de origen latino con restaurantes en cuatro estados y un programa en el famoso canal de televisión Food Network. Entonces, la cámara enfoca a Alejandro, el joven concursante de barba. En segundos, con el formato de entrevista al que ya nos tiene acostumbrado Master Chef, dice:
“Al ser venezolano, estoy muy emocionado por estar aquí, pero de repente noto que toda la presión ha caído encima de mis hombros. ¡Me toca hacer el mejor plato, porque soy el latino del concurso!”
¿Venezuela? ¿Dijo venezolano? Me arrellano dispuesto a seguir cada segundo de lo que viene: ¡hay un venezolano frente a Gordon Ramsey! Ese día Alejandro Toro preparó tres arepas y tuvo la valentía de decirle al iracundo juez británico, en perfecto caraqueño, que una se llamabadominó, además de que las otras tendrían un relleno de carne y otro de pescado. Minutos después mira de nuevo a cámara y en un buen inglés dice: “Los venezolanos somos arepa. Es mi oportunidad de brillar”.
Alejandro ganó esa ronda. Y más allá del orgullo de haberlo visto brillar, fue muy interesante ver la reacción en el país. Perdí la cuenta de las veces que me llegó la información por las redes. Estamos tan ávidos de ser vistos con buenos ojos más allá de nuestars fronteras que sabernos representados culturalmente nos emocionó.
Al parecer hicieron mucho más por presentar positivamente al país esas tres arepas vistas por millones de televidentes que cualquier campaña de nación “chévere”.

6
Hace tres meses me estaban vendiendo el saco de azúcar en 12.000 bolívares, pero la última vez me lo ofrecieron en 130.000 y no pudimos comprarlo. Hace tres meses un litro de aceite se conseguía en 700 bolívares, pero mientras escribo este texto ronda los 3.000 bolívares. Hace tres meses un cartón de huevo costaba 1.400 bolívares, pero hoy son 3.500 bolívares. Y si no conocen la situación de la harina de trigo, la leche o la mantequilla, se las cuento y lloran.
En Venezuela hay varias escuelas de cocina por estado. Y no están cerrando: están trasladando los costos a sus alumnos para intentar sobrevivir. Reviso el historial de mi página web y veo cómo en nuestra escuela de cocina ofertábamos el ciclo sabatino de panadería en enero 2015 por 19.000 bolívares y lo comparo con el último que tuvimos que cobrar en 80.000. A pesar de que ese aumento de 321% se queda muy corto en relación con la inflación venezolana de los últimos 18 meses en alimentos (nosotros ponemos los ingredientes), vestuario (damos los uniformes) y bienes (usan todos nuestros equipos), aún así esos 80.000 bolívares son mucho dinero para un estudiante de cocina venezolano.
En la práctica, en nuestra escuela de cocina estamos subsidiando por completo la educación de formación profesional y refugiándonos en talleres cortos, eventos privados y diplomados que permitan capear el vendaval económico que nos cayó encima y así no tener que cerrar un sueño que ya lleva catorce años.
Uno trata de adaptarse y enseñar con lo que se consiga y así la clase que era con garbanzos la damos con el grano que tengamos, pero tarde o temprano se necesitará comprar harina. Cuando a un violín le falta una cuerda, por buena intención que tenga el maestro, no se le puede poner la de una guitarra. Y a veces en la cocina es igual.
Los alumnos ya no tienen dinero para costear todo lo que implica estudiar cocina. Si a eso le sumamos que ya aquí no hay congresos, que vivimos un escenario altamente inflacionario donde no se puede subir la mensualidad cada mes, que la mayoría de las escuelas de cocina están sacrificando los cursos largos (esos que han formado a los profesionales) para refugiarse en talleres cortos, entre otros factores, es fácil predecir que el proceso de formación está a punto de colapsar.
Así como creo que en el caso del Sistema Nacional de Orquestas el colapso vendría si no hay instrumentos o se retira la ayuda financiera del Estado, también creo que en el caso de la cocina los instrumentos equivalen a los ingredientes y la ayuda financiera se llama “ingresos familiares”.
No es mucho lo que se puede hacer cuando aquellos que deciden el rumbo de nuestra economía no quieren lavar ni prestar la batea, pero creo que en algo se puede ayudar a escuelas de cocina del país para aguantar y a mantener las ilusiones altas a esa muchachada que sueña con trabajar desde sus cocinas.
Y tenemos una propuesta.
Creo que juntos podemos ayudar a que el mundo descubra a los muchos Karlos Ponte que están esperando una oportunidad. Juntos. Todos.
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La Fundación Fogones y Bandera está armando un equipo de gente que se encargará de buscar recursos a través de eventos y aportes de empresarios mediante la responsabilidad social. Y ese dinero se utilizará para becar a alumnos de las distintas escuelas de cocina del país.
La idea es que quienes necesiten ser becados escriban las razones por las cuales desean estudiar cocina y expliquen por qué ha escogido una escuela de cocina en particular. Hecho el estudio del candidato para ver si califica, se hablará con la escuela de cocina para involucrarla tanto en el proceso de formación como de ayuda. Y es ahí cuando procederíamos a becar.
Esto ya está andando. Incluso, pronto vamos a anunciar quiénes son los primeros candidatos a estas becas, porque ya hemos conseguido los recursos para becar a seis. También haremos saber quiénes son los padrinos que asumirán cada caso y a ese padrino (sea una persona o una empresa) le mandaremos informes mensuales detallados con los avances académicos de su ahijado o ahijada.
Hemos lanzado nuestra campaña desde Patrocinarte, un portal de micromecenazgo de proyectos (conocidos como crowfundings). Por ahora esperamos recoger los fondos necesarios que nos permitan contratar al equipo que manejará el sistema de becas, en cuanto a captación de recursos y elección de candidatos. Así podremos armar una pequeña oficina y seguir becando talentos.
Soñemos juntos país. Pensemos en esa muchacha con talento infinito que aun no hemos descubierto y que, por ejemplo, vive en Puerto Ayacucho, en Amazonas. Ahora pensemos en que podemos becarla en una escuela de cocina de allá y que ése será el inicio de un periplo que la llevará a darle grandes alegrías al país, a nosotros. Soñemos que se hace famosa y que la gente va a prestarle atención cuando hable de nuestra cultura. Soñemos también con que esa muchacha le devuelve a su comunidad la oportunidad que le dieron. Soñemos. Soñemos juntos que somos una cadena grande y hermosa llamada Venezuela.
Contamos contigo: somos gente buena.

¿Y TÚ POR QUÉ NO TE VAS CHICO?

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Hace tres días Sylvia y yo abrimos las puertas de nuestro restaurante el Langar en La Asunción, capital del Estado Nueva Esparta (Isla de Margarita), y nuestro hogar por los últimos siete años.
Estuvimos construyendo desde cero por 14 meses y en el camino no sólo pusimos hasta el último céntimo de nuestros ahorros, sino que un poco menos de la mitad de lo que costó hacer El Langar se lo debemos a familiares y banco. De este último par de infidencias económicas está al tanto nuestra gente cercana, pero en todo caso todo el que nos veía corriendo todo el día de acá para allá y de allá para acá, un día buscando cemento, otro cubiertos, otro destruidos anímicamente por el tercer robo, y otro ilusionados comprando las servilletas de tela; nos veía con una mezcla entre ternura por esa combinación de testarudez e ilusión que como pareja exhibimos, y al mismo tiempo nos veían con susto porque sabían que habíamos decidido poner hasta el último huevo en una cesta bastante rota llamada Venezuela.
Sumo, no quemes todos tus ahorros.
Sumo, no entiendo el empeño de ustedes dos. Menos viniendo de una pareja que podría irse a cualquier lugar.
Sumo, ¡Coño vete!
Sumo, ¿Y tú por que no te vas chico?
Quedarse. Irse. Las razones detrás de ese par de verbos pronominales son inexplicables porque son distintas para cada quien. No existen dos personas que compartan exactamente los mismos miedos y sueños. Inclusive en nuestro caso, Sylvia quiso el restaurante por unas razones y yo por otras. Por suerte mi vida ha estado sincronizada con la de ella en estos últimos quince años en sueños y muy desfasada en miedos: cuándo he querido tirar la toalla, ella no. Y viceversa.
¿Por qué, entonces, hacer un Langar en medio de la incertidumbre mayor? ¿Tendré dinero para pagar las deudas? ¿Sabré manejar el escenario de inflación? ¿Un tuit mal pensado molestará a alguien del poder y destruirán a mi familia? ¿Llegará el comunismo, y la inversión de una vida ya no será nuestra?
No tenemos respuesta para esas preguntas. La verdad es que no tenemos respuesta para ninguna pregunta. Les cuento porqué yo, Sumito Estévez, quise hacerlo. Me sirve para poner en orden las ideas. No es una fórmula. No es un ejemplo a emular. No soy tan egocéntrico como para pensar que debo ser aplaudido por una decisión íntima y familiar. Es simplemente mi cuento. Uno muy personal.
II
Yo no se hacer otra cosa que no sea tener restaurante. En los períodos en los que no los he tenido me he ido apagando lentamente. Hoy es domingo, el domingo que espero toda la semana para descansar. Pero es un domingo totalmente distinto. Estoy desesperado porque llegue el lunes. Quiero estar en El Langar. Tengo dos días pensando en los nuevos platos que quiero inventar. Mi ilusión es infinita, y lo bonito es que no tiene nada ver con el dinero (ese llegará) sino con los clientes. Pienso obsesivamente en como serán los clientes, en lo que quiero que sientan, en si estarán cómodos y bien servidos. Veo un ingrediente y tomo notas. Estoy muy vivo, y ese solo hecho paga una buena parte de la inversión.
A lo largo de 27 años he abierto ocho restaurantes, inaugurando la cocina desde el primer día. Los nombro: Seassons Club, La Vinoteca Delfino, Sumito Restaurante, Kathay, La Brasserie, Sibaris, El Comedor y ahora El Langar.
En el primero como sous-chef, el siguiente como chef, el siguiente como dueño de 50% en el restaurante de un hotel que era socio de la otra mitad, en el siguiente como Chef, en los tres siguientes como Chef-socio. Finalmente el octavo como dueño.
Es la primera vez que soy dueño y solo tengo una socia. Mi esposa.
Es muy raro un chef que no tenga socio capitalista y que sea dueño de los ladrillos en donde cocina. Esa situación se da en pequeños restaurantes familiares, modestos, las llamadas trattorias. Hay una diferencia enorme entre ser chef-socio a ser dueño de un espacio que pueden heredar tus hijos y en donde no te da vergüenza pedirle a tus socios que permitan que esos hijos hagan la caja o sean mesoneros.
Llegado a este punto hago una aclaratoria importante. No estoy afirmando que un chef con socios capitalistas es un explotado o que un chef dueño de su taguara es mejor. Solo afirmo que yo, Sumito Estévez, y que mi esposa Sylvia Sacchettoni, soñábamos con tener un restaurante familiar y que lo hemos logrado.
Ya este hecho comienza a explicar porque no nos fuimos. Con el dinero que teníamos hubiésemos terminado teniendo una fracción de las acciones en un restaurante (con total seguridad en un local alquilado) en un país distinto a Venezuela.
Venezuela nos permitió lograr un sueño, y pienso devolverle esa posibilidad cocinando rico y con mucho amor.
Nuestro Langar tiene la foto de mi hija Andrea cuando era chiquita señalando el baño de mujeres, y una mía posando como pesista con mi hijo haciendo la misma pose cuando tenía tres años, en el baño de hombres.
Cuando íbamos a abrir, Sylvia abrió las cajas de su madre fallecida y comenzó a sacar sus objetos y esos objetos decoran partes de la sala.
No hemos comprado toda la vajilla, así que parte de la vajilla de mi casa está en esa sala.
Es un restaurante familiar. De esos que están atendidos por sus propios dueños y que, Dios quiera, continuarán mis tres hijos (o al menos uno de ellos) cuando no me den las fuerzas.
III
Tenemos siete años viviendo en Margarita y Margarita me hizo una persona mas feliz, mas pausada, mas reflexiva, mas religiosa. Me hizo mejor.
Llegado a este punto vuelvo a aclarar. Cuando afirmo que me hizo mejor no me refiero a que ahora soy casi santo. Solo afirmo que no me gustaba como era y ahora me veo al espejo y me siento mas coherente.
Amo a Venezuela y amo a Margarita. La idea de tener que irme a empezar en otro país me angustia más de lo que me angustia quedarme. Quienes son cercanos saben que los últimos meses han sido muy duros para Sylvia y para mi. Casi me vencieron. Fue horrible levantarme, por cierto un domingo como hoy, y decirle a Sylvia “me vencieron amor, vayámonos”.
Pero no me vencieron, y eso no significa que soy terminator. Sólo significa que a mi, Sumito Estévez, mis miedos y mis debilidades no me vencieron.
Nunca se que contestar cuando me dicen “¿Y tú por qué no te vas chico?” porque lo que quiero contestar es que es por culpa del mar frente a mi casa, pero me da miedo quedar como un imbécil.
Pero es la verdad. Es por culpa del mar, de la bicicleta y del ron.
IV
Todo cocinero dice que algún día se retirará a montar un restaurancito. Frente al mar, en una finca, en una montaña. La gente cree que se refiere a descanso con aquello del retiro, pero en realidad es un discurso de libertad para hacer. Libertad inclusive para decidir el nombre del restaurancito.
Dudé mucho en poner el nombre del Langar. Para entender que es un Langar les dejo el link de un viejo escrito de 2008 que titulé La Comida más Importante de mi Vida (http://sumitoestevez.blogspot.com/…/la-comida-ms-importante…). Lo llamé Langar no por hippie y espiritual, sino porque me parecía importante homenajear el legado que le trajo a mi vida Anusuya Singh, mi madre, la que en 1959 conoció a un venezolano en Moscú y desde 1965 hizo a Venezuela su patria.
El Langar significa, para mi, la casa de todos. Eso espero que sea siempre mi casa. Y así estoy cocinando en esta etapa de mi vida: casero, venezolano, con porciones generosas y cocciones lentas.
Me emociona ver en mi programa de archivar fotos, yo que soy todo orden, en la columna a mano izquierda, justo debajo de la carpeta de 2016, un nuevo álbum que se llama “El Langar 2016”.
¿Por qué no nos hemos ido? ¡Pues por el mar chico!... Y si llega el comunismo y me lo quita todo, pues perdí… pero nadie me habrá quitado lo bailado.
Y sí. Sylvia y yo queremos que vengan a visitarnos. Porque estamos ilusionados y porque hay que pagar un préstamo.

CUANDO LA COMIDA YA NO SEA EL TEMA (409)

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CUANDO LA COMIDA YA NO SEA EL TEMA

“La pobreza no es natural, es creada por el hombre y puede superarse y erradicarse mediante acciones de los seres humanos. Erradicar la pobreza no es un acto de caridad, es un acto de justicia”.
Esta frase de Nelson Mandela en su momento me marcó y ha estado pegada a mi por varios años. Pone los puntos sobre las íes sin demagogia. La pobreza no es mala suerte, los pobres no tienen mala suerte. Están, existen, porque lo permitimos y, más concreto aun, porque los creamos. Y todo lo que las manos del hombre puede hacer, se puede deshacer. Allí la grandeza de la frase de Mandela.
Pero más allá de la pobreza está el hambre. Ella aparece cuando se rompe la cuerda. La pobreza es indignidad, pero el hambre es hambre. La pobreza es la indignidad de no poder ir a la escuela, de ver que el techo de la casa gotea y no se puede reparar, de tener dos camisas y un zapato, de buscar curarse con té de hierbas por no poder comprar medicinas. Pero sí poder comer. Fallo quizás, pero suficiente para no sentir dolor. Tener hambre es ser pobre y de paso pasar hambre. Pobreza crítica lo llamaban, extrema le dicen hoy a esa sensación diaria en la boca del estómago.
Existen técnicos que saben medir esas cosas como el hambre. Crean índices que midan, por ejemplo, el porcentaje del salario que usamos para obtener alimentos, y han llegado a la conclusión de que cualquier persona que gane menos de 1,25 US$ por día se encuentra en este nada deseable club de las extremidades. Técnicamente hablando se dice que: El monitoreo de los ODM (Objetivos de desarrollo del milenio) se hace con la medida de 1,25 US$ PPA diario, (en donde PPA se refiere a Paridad del Poder Adquisitivo)[1].
Pero a las cosas hay que llamarlas por su nombre. Palabras como subalimentada, pobreza versus pobreza extrema, ODM o PPA; terminan por alejar a los comunes como usted o yo, los vecinos, los que vemos gente escarbando en la basura para poder alimentarse, de la pregunta básica: ¿Por qué si estamos produciendo alimentos para 12.000 millones de habitantes (casi el doble de la población actual[2]) 1000 millones de habitantes se acuestan con hambre[3]?. No, no es mala suerte.
El escritor argentino Martín Caparrós en su perturbador libro El Hambre tiene una frase tremenda al respecto: “Los términos técnicos evitan la emoción. Supongamos que lo hacen por conciencia profesional, para definir más precisos sus objetos de estudio. O que lo hacen por corrección política, para evitar la ofensa de llamar perro a un perro. Supongamos que lo hacen de onda, para cumplir mejor con su trabajo; el resultado, en cualquier caso, es que los problemas de miles de millones se transforman en un texto que sólo entienden unos pocos, mientras la mayoría se queda sin saber de qué va la cuestión. En síntesis, el burocratés funciona como una barrera contra el conocimiento generalizado…”.
En Venezuela hay hambre. Sin eufemismos. Sin estadísticas ni odeemes o pepeás que midan porcentajes de pepeés.
Llamando perro al perro.  Hambre.
De eso vengo a hablarles. De cómo se está organizando la gente. De cómo podemos participar gente como usted o como yo que no creemos en la mala suerte de los compatriotas, sino que tenemos la certeza de que ésta pobreza –Mandela dixit- fue creada por los de arriba, los famosos esos de los 18 años en el poder,  y seremos los de abajo los que intentemos erradicarla mediante acciones humanas.
II
Mi historia, porque todos cuando se trata de hambre tenemos una en Venezuela, comenzó un domingo de 2016 en misa. Indicó el padre Irineo que nos diéramos el saludo de la paz y fue cuando noté que a mi izquierda se encontraba una mujer fornida en sus cuarenta (luego supe que tenía 52 años) que recordaba a las campesinas eslavas y que con claro acento extranjero me dijo en perfecto español la paz sea contigo. Era eslava. Croata para ser específicos.
Al terminar la misa, la hermana Lilia Lončar, porqué resultó que era monja, me dijo que no estaba sentada por causalidad  a mi lado. Confesó que me esperaba. La hermana Lilia (aunque ya todos le decimos Lilian) me contó como había fundado en su natal Croacia en 2003 a Zdenac, una asociación de carácter voluntario misionero, y como la misma ya estaba repartida en tres continentes.
Me habló del hambre en mi isla. Me contó como en 5 sedes cada día un grupo de voluntarios alimentan 190 niños. Me invitó a conocer la obra. Me dijo que le quedaban tres días en Venezuela porque seguía para Ecuador y Cuba a visitar otros centros.
Le pregunté que significaba Zdenac[4](que suena como dsenacs) y me dijo que es pozo porque la había inspirado la frase de Jesús en su encuentro con la samaritana[5].
A la hermana Lilian es difícil, por no decir imposible, decirle que no. Tiene mando y lo ejerce. A los días fui a visitar la sede de la población de Pampatar, específicamente en predios del Museo del Cristo del Buen Viaje, en donde les prestan el espacio para funcionar en las tardes.
Lo que vi me cambió la vida. No voy a entrar en detalles. Lo que está sucediendo es duro y está a ojos vistas. Muy duro.
Pero lo que realmente cambió mi vida fue la certeza de la dignidad. En un libro que recomiendo ampliamente titulado “Las dimensiones faltantes en la medición de la pobreza” que editó la Corporación Andina de Fomento sobre los trabajos de Sabina Alkire y Amartya Sen, se plantea el marco metodológico para entender que la reducción de la pobreza pasa por hacer que las personas “tengan la capacidad de ir por la vida sin sentir vergüenza y se sientan empoderadas”. Eso vi en el trabajo del voluntariado de Zdenac.
Profesores de deporte, catequistas, jubiladas de la universidad, voluntarios. En fin un pequeño ejercito de personas aseando y alimentando niños con historias terribles, haciendo las tareas del colegio con ellos (¡impresiona la cantidad de niños terminando primaria que aun no saben leer ni escribir!), dirigiendo actividades deportivas, haciendo consulta psicológica, haciendo teatro.
¿Qué buscan le pregunté a la abogada Vielka Mejías y a la ingeniero civil Marlid Franco (directora de relaciones institucionales y coordinadora general, respectivamente) y me dijeron “que dando atención y amor lo recibamos de vuelta. Queremos aumentarles su autoestima, sentido de la utilidad… su calidad de vida en general”[6]. Lo más bonito que les he escuchado decir es que su visión es lograr que llegue el día en que, y las cito,  “la comida no sea un tema o un punto a trabajar dentro de las actividades de la Asociación, que los niños coman suficiente en sus casa”… Es decir, cuando no haya hambre.
Esa visita me obligó a entender que ante los estados fallidos (uno en donde la gente escarba en la basura buscando alimento y en sexto grado de primaria no sabe leer, lo es), aparecen una miríada de asociaciones de gente que desea hacer algo.
Podemos ayudar.
En el caso de Zdenac en la isla de Margarita basta con contactar a Vielka Mejías a través de su correo vielkamejias@hotmail.com y escribir “yo quiero ayudar”. Sin eufemismos. Llamando al perro perro como dice Caparrós. Escribiendo “Tengo alimentos para donar” o “Deseo dar clases”.
III
Zdenac es apenas uno de cientos de asociaciones que comienzan a organizarse en Venezuela para ayudar a los vulnerables. A los perdedores de la revolución. Conozco gente buscando la manera de alimentar ancianos en geriátricos, en Caracas está el resonante caso de la Fundación Barriga Llena Corazón Contento que cada día sirve 200 sopas a niños y padres del hospital público de niños J.M de los Ríos, este diciembre que pasó fueron varias las historias reseñadas en prensa sobre grupos voluntarios que hicieron comidas navideñas para repartirlas entre los indigentes.
Todos necesitan ayuda. Especialmente donación de alimentos.
Cada uno de nosotros tiene algo que puede aportar. Ninguna de las asociaciones piden mucho.. o poco. Sólo esperan solidaridad. A veces basta con ir un día, o hacer un plato.
IV
En Margarita estamos a días de realizar en mi restaurante una reunión entre instituciones que están trabajando en alimentar y entes que con frecuencia tienen comida de descarte (restaurantes y supermercados fundamentalmente) para intercambiar ideas e iniciar un grupo de chat en whatsapp para que quien tenga comida sobrante pueda avisarle a las asociaciones que ese día pueden ir a buscar alimentos.
Igualmente desde la fundación que dirigimos mi esposa y yo (Fogones y Bandera) hemos iniciado el estudio para la realización de una app para celulares que permita unir el extremo donante con el extremo receptor mediante una metodología sencilla. Lo comento para que se entienda que en cada ciudad podemos organizarnos y sin que necesariamente implique un trabajo enorme para quien desea colaborar, podamos ayudar de manera sistemática a las organizaciones que han decidido asumir el inmenso trabajo de alimentar.
Por el momento averigüemos quienes están haciendo algo de manera organizada en nuestras ciudades y, tal como dice el equipo de Zdenac, soñemos un país en donde la comida ya no sea el tema.


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[1] Documento de la CEPAL sobre indicadores de pobreza extrema
[2] Dato tomado del prólogo del libro “El Hambre” de Martín Caparrós
[3]Tomado del documento “El Estado de la Inseguridad Alimentaria en el Mundo 2015” de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura: http://www.fao.org/3/a-i4646s/i4646s01.pdf
[4]Aunque poco mantenida, alguna idea sobre la filosofía de la organización Zdenac puede inferirse en su página web: http://zdenac.org/es/quienes-somos/item/1005-la-asociacion-zdenac
[5] ...pero el que beba del agua que yo le daré, nunca más volverá a tener sed. (Jn 4, 14)
[6] La hermana Lilian ha visto mucho más y es una mujer de pocas palabras. La vez que le hice la misma pregunta me dijo. “Si logro que crean en tres de los diez mandamientos habré logrado mucho”.

Mi libro en formato electrónico

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Amigos que están fuera del país, con mucho orgullo les comento que mi libro "12 pasos para cocinar la imagen de un país" editado por Planeta, ya puede adquirirse en formato digital en:

Itunes →

https://itunes.apple.com/ve/book/12-pasos-para-cocinar-la-imagen/id1198777843?mt=11

Google Play Books →
https://play.google.com/store/books/details/Sumito_Est%C3%A9vez_12_pasos_para_cocinar_la_imagen_de?id=i1T5DQAAQBAJ

Casa del libro → https://www.casadellibro.com/ebook-12-pasos-para-cocinar-la-imagen-de-un-pais-ebook/9789802717163/4892235

Amazon →

Sólo en México y EEUU.

Copio la introducción del libro:
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CUANDO CAYÓ EL ÁRBOL

La Guardia es una pequeña población pesquera situada en el norte de Margarita, la isla más grande del estado venezolano de Nueva Es- parta. Vida tranquila de mar, totalmente alejada del frenesí turístico que la caracteriza. Las casas se apretujan en la orilla mirando hacia el oeste en dirección a las montañas de la península de Macanao, lo que convierte a La Guardia en lo que probablemente es el lugar más privilegiado para ver la puesta de sol. Salvo un pequeño trecho frente a la iglesia María Auxiliadora, la orilla no es de arena sino de canto rodado: piedras blancas perfectamente redondas del tamaño de huevos de tortuga. Es un lugar bastante silencioso, así que en las tardes, cuando uno se acomoda para ver la puesta de sol, el sonido de esas piedras que la marea arroja y recoge es el canon que envuelve con su sonido el ambiente. Es un lugar perfecto.

Soy oriundo de la ciudad andina de Mérida y para el año 2008 tenía yo 19 años viviendo en Caracas. Toda mi carrera profesional en cocina la había desarrollado allí y era inmensamente feliz en esa ciudad a la que tanto le debo y a la cual le estoy tan agradecido. Mi jornada transcurría en el Instituto Culinario de Caracas, la escuela de cocina que fundamos el cocinero Héctor Romero y yo, y justo una día de clases sonó el teléfono y con esa llamada cambiaría todo para mí. Nada volvería a ser igual: “Mi amor, acabas de comprar la mitad de un apartamento en Margarita”. La voz era de María Fernanda Di Giaccobbe, una de las grandes chocolateras de Venezuela, mi hermana de vida.

Con su risa contagiosa me decía que había visto el lugar más lindo de la tierra y que, como no tenía dinero para comprar ella sola el apartamento, lo íbamos a comprar entre los dos. Así es como terminé siendo dueño de la mitad de 40 metros cuadrados en La Guardia, ese lugar perfecto en la isla de Margarita.

En la Semana Santa del año siguiente estábamos en ese lugar mi esposa Sylvia y yo viendo el atardecer. Lo único que rompió el silencio fue un lugar común que escapó de mi boca.
−Cuando sea viejo me voy a retirar a este lugar.

Y Sylvia, sin verme, con la mirada puesta en las montañas enrojecidas que se reflejaban en la ensenada de La Restinga en un atardecer único, me dijo la frase que a partir de ese momento desencadena- ría una sucesión de eventos que no estaban en nuestras manos:
−No entiendo por qué la gente piensa en mudarse al lugar de sus sueños cuando ya no tiene fuerzas físicas ni ánimos para emprender cosas nuevas. A un lugar así no me retiraría, sino que esperaría que aquí me encuentre el retiro.

Era abril de 2009 y cuatro meses después habíamos vendido nuestra casa en Caracas, cambiado de colegio a mis hijas, comprado una casa en La Asunción (capital del estado Nueva Esparta, situada en el medio de la isla, al pie del cerro Copey, el más alto) y entre asustados y expectantes, el primer amanecer nos levantamos en el que desde ese momento ha sido nuestro hogar. Con una vida hecha y tranquila, quemamos las naves y la apuesta nos cambió la existencia. Vinimos buscando paisaje y terminamos encontrando resistencia cultural. Vinimos migrando tras una puesta de sol y terminamos entendiendo que en la gerencia de las propuestas culturales gastronómicas está subyacente la posibilidad de construir y reconstruir un mundo donde la celebración de lo que somos permita que al vernos en el espejo sintamos que somos un colectivo hermoso. Desde entonces, para mí la cocina no es solo fogón y mesa, sofrito y cubierto, sino el laboratorio para recorrer el camino metodológico que nos lleva a entender quiénes somos y por qué queremos estar juntos.

II
Todos tenemos fantasmas, necesidades de cambio, ganas de ayudar y de insertarnos más activamente en procesos, angustias; en n, construcciones ideológicas que vamos edificando de manera inconsciente y que a oran con contundencia cuando se dan condiciones específicas. Semillas dormidas que, una vez en tierra fértil, nacen y nos sorprenden.

En mi caso, esa angustia era ecológica. No sabía que los des- manes contra la Tierra me tenían tan profundamente atormentado. La mitad de mis escritos en la última década tienen que ver con ello, pero siempre pensé que se trataba de un problema tan grande que mi labor era solo la de espectador y eventual cronista del Apocalipsis. La única acción concreta que recuerdo a favor de la naturaleza era cerrar el grifo al afeitarme. En una ciudad como Caracas, que ni siquiera cuenta con políticas de reciclaje, no es mucho más lo que se puede hacer, así que honestamente trataba de no pensar en ello.
Esa angustia era mi semilla dormida y la isla de Margarita resultó la tierra que hizo que, para mi sorpresa, me encontrara con esos fantasmas y decidiera domarlos. Ha sido un proceso pausado de reinvención. Uno que me ha llevado a dejar el auto y movilizarme solo en bicicleta, a guardar en el refrigerador de mi apartamento la basura orgánica para, luego, sumarla a las de mi escuela de cocina y restaurante que tengo en la isla y convertirla en abono, a reciclar todo el vidrio que descartamos, a comer carne sobre todo cuando me invitan para ayudar a reducir la presión sobre la tierra, a defender ferozmente los procesos agroecológicos de cultivo.

La isla de Margarita me impulsó a cambiar cuando ni siquiera sabía que quería hacerlo, y me permitió entender que los cambios globales están en nuestras minúsculas manos individuales. Cambia uno y en el proceso trata de sumar esfuerzos con quienes están tras las mismas búsquedas. Y un día te das cuenta de que eres parte de un colectivo que ve posible un mundo, si no mejor, al menos un poco más justo.

III
Este libro trata de cómo seguir una metodología para cohesionar colectivos alrededor de la celebración de sus virtudes intangibles, y lograr con ello la sinergia que lleva a que una calle o una ciudad o un país sean reconocidos, emulados y celebrados. Todos queremos que nos reconozcan por nuestras bondades y, por el contrario, nadie desea conscientemente sentirse feo.

La inteligencia colectiva es compleja. Si nos dicen cada día que no servimos para nada bueno, terminamos por convencernos de que así es y comenzamos a actuar en coherencia con ese sino negro. Si, simplemente, jamás nos celebran los logros, llega un momento en el que no nos provoca seguir haciendo cosas y sin darnos cuenta vamos borrando un pasado de glorias; en cambio, si nos celebran, tarde o temprano descubrimos de qué madera estamos hechos y nos sentimos tan orgullosos que viciosamente vamos en pos de aquello por lo que nos aplauden. Verse bonito al espejo es bonito, aunque resulte redundante. No hay que subestimar el poder que tiene la autoestima.

Pero aprender a celebrarse va mucho más allá de la buena intención y de quererlo: es un método. En pocas palabras, todo pro- ceso de gerencia cultural abre posibilidades embriagantes, pero esas posibilidades solo estarán al alcance de la mano en la medida en que encaremos el plan de forma ordenada.

La última década he tratado de entender la mejor manera de ordenar los momentos grandiosos que he visto en la calle. Aquellos en los que nos hemos sentidos invencibles. Lo curioso es que el inicio de todo este proceso se dio el día que vi caer un árbol. Es casi una ironía que después de más de un cuarto de siglo siendo cocine- ro, lo que considero mi etapa más madura vino dada por la semilla ecológica que crecía en mí como un ansia que me dejaba sin aliento.

“¡Tac! ¡Tac! ¡Tac!”. Ese era el sonido del hacha a medida que talaba un gigantesco árbol de pan de año y, con el crujir de la base al caer, entendí que poco a poco nos vamos quedando sin árboles frutales porque les perdimos el respeto. Quiso la divina providencia que el árbol caído fuese ese y no otro. Pudo haber sido uno de lecho- sa o de mamey, pero tuve la suerte de que se trataba de uno de pan de año. Tal como lo es el araguaney para Venezuela, el de pan de año es el árbol emblema de la ciudad de La Asunción. Lo es porque hay un enorme recetario popular que se hace con su fruto, ese con forma y tamaño de patilla y con una carne que recuerda a la papa.

Cuando no haya árboles de pan de año tampoco habrá cómo llevar a cabo esas recetas. Más triste que ver desaparecer un hecho cultural es constatar que se va apagando poco a poco. Es como una pesadilla. Amanecer un día y darnos cuenta de que nadie recuerda un villancico. Amanecer otro para descubrir que murió el último señor que sabía bailar joropo. Acostarnos sin saber si alguna vez tuvimos algún poeta cuyo nombre, escuchado de bocas extranjeras, bastaba para henchirnos de orgullo. No saber qué contestar cuando alguien nos pregunte cuáles son nuestros platos típicos. La peor pesadilla de todas: la de saberse y sentirse transparente.

Gracias a ese árbol caído mi esposa y yo inventamos en nuestra calle un festival de recetas con pan de año. Pensamos que si la comunidad volvía a sentirse orgullosa de su recetario, no iba a querer tumbar el árbol. Inventamos un festival para que la gente se reenamorara de un árbol y por accidente descubrí que el acto de celebrar la vida iba volviendo cada vez más bonito mi entorno. Comprendí que no hay nada más poderoso que muchas personas convencidas al unísono de que son capaces de hacer cosas. ¡Es una fuerza indetenible cuando finalmente arranca!

La cocina es mi espacio natural por ser mi oficio y Venezuela, el lugar para entender y entenderme porque aquí están mis voces, mis cantos, la poesía, mis olores y mis bailes, todo aquello con lo que crecí. Pero, como bien sugiero, creo que es posible lograr que el co- lectivo sienta orgullo de sus intangibles a través de una metodología replicable en cualquier ámbito. Desde una calle parroquial hasta un poblado, desde una región completa hasta ese Santo Grial que es la marca-país. Me consta que cuando los vecinos de una calle hacen un festival gastronómico terminan por conocerse, por ser solidarios, se saludan y terminan creando emprendimientos conjuntos. Me consta, igualmente, que es un proceso contagioso.

He tenido la suerte de ser testigo de cómo lo logran otros y, con mis aciertos y errores, los he tratado de emular. Con el tiempo he entendido que lograr una marca-país alrededor de la gastronomía pasa por un camino de 12 pasos: describir lo que somos, defender lo que hemos logrado, celebrar nuestras virtudes, detectar quiénes nos representan, emular los aciertos de otros, construir nuestro propio lenguaje, hacernos constantemente preguntas éticas, entender que nuestra casa es la Tierra y que sin ella todo trabajo se pierde, intentar exportar nuestra cultura, de aquellos símbolos con los que habremos de ser conocidos y reconocidos, construir un proceso marcario desde el cual catapultarnos y, finalmente, documentar sin parar para que nos recuerden los que han de venir.

12 pasos. La construcción de un mundo posible. De eso se trata este libro.

410 DIECIOCHO AÑOS DESPUÉS

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Después de dieciocho años juzgar deja de tener sentido. A los de afuera. A los de adentro. A los que decidieron y a los que no. Al preso y al que se calló para no serlo. Ya son muchos años de dictadura como para creer que los códigos son los que eran, los que soñamos, los que imaginamos y los que nos deseamos.
Todo el mundo, absolutamente todo el mundo, es víctima en una dictadura. Inclusive el victimario. El muchachito que levantará el fusil y el que recibirá el culatazo apenas tenían edad para caminar cuando esto empezó y ya ninguno sabe lo que es pasado. Dos víctimas entendiendo que hay un presente omnipresente, ejercido por un puñado que será omnipotente hasta que el engranaje del destino haga click después de echarse a rodar.
Dieciocho años de dictadura es mucho para seguir juzgando. Aquí es tan víctima el ciudadano de a pié con un teléfono 0424 como el funcionario público al que le asignaron un 0426. Ambos están pinchados y vigilados.
Ya Venezuela no será lo que fue. Ya no es lo que soñamos. Son los tiempos que nos toca vivir y cada quien vive el tiempo que le tocó vivir. Lo que habremos de ser está por verse. Así de simple.
Aquí estamos buenos-buenos, buenos-malos, malos-malos, malos-buenos. Todos en dictadura. Todos con miedo. Unos por la incertidumbre y otros porque saben que los juicios llegan.
No intento a esta alturas analizar porqué alguien vive afuera o porqué opina o no lo hace estando allá. Adondequiera que allá sea. La vida es ahora y hay que vivirla. En todas las épocas han existido los que luchan, los que opinan, los que se la juegan… y lo que no. Todos tienen derecho a vivir.
No intento a éstas alturas analizar porqué alguien se quedó adentro o porqué opina, o no lo hace estando aquí. Adondequiera que aquí sea.
Esto no es democracia como para que esas preguntas sean válidas. Cuando podamos hablar libremente seguramente nos preguntaremos porqué algunos callaron. Pero eso es en ese momento, y seguramente tendremos que estar preparados para entender porqué algunos callaron.
No siempre el que más vocifera es el más valiente. A veces es el que más tiene miedo o el que tiene menos que perder o el que ya lo perdió todo.
Después de dieciocho años de dictadura todos tenemos una historia. Algunos saben de la esposa que pide que no hablemos para que la vida de su esposo preso-político sea menos infernal. Otros saben de una esposa que se reuniría hasta con el mismo diablo para tratar de sacar al suyo del infierno.
¿Juzgar a alguien después de dieciocho años de dictadura? ¿Juzgar al que se quedó porque no pudo irse? ¿Juzgar al que se quedó porqué estos son los tiempos que le tocaron y nunca conoció otro pasado que no sea este presente? ¿Juzgar al que se quedó porqué, sin robar a nadie, gana lo que necesita para vivir y es feliz? ¿Juzgar al que se quedó porqué su mamá estaba enferma y no la iba a dejar? ¿Juzgar al que se quedó porque tuvo miedo de irse? ¿Juzgar al que se quedó porqué no tuvo miedo de irse?
Vale lo mismo para el que se fue. Para el que da la pelea o no la da.
Vale lo mismo para el que está feliz o el que está triste.
Son dieciocho años de dictadura.
No. No son tiempos para juzgar sino para extender la mano y ser solidarios. Porque todos somos víctimas. Todos, después de dieciocho años tenemos una historia que contar. Todos, después de dieciocho años hemos gritado y hemos callado. Y hemos llorado y nos hemos sentido culpables siendo felices.
Dieciocho años es mucho. Ahora, cada vez que le estrecho la mano a cualquier desconocido, lo miro a los ojos y le sonrío. Y trato de quererle. Los dos somos víctimas, los dos queremos abrazarnos.

FOGONES Y BANDERA (CAMBIANDO VIDAS)

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Video de FOGONES Y BANDERA. Es un regalo que nos hizo el venezolano Miguel Lacruz Smith. Él trabaja en Nueva York en Edelman, una de las compañías de mercadeo más grandes del mundo, y ganó el concurso "Give a Dream" con este proyecto, logrando que Edelman financiara su viaje a Venezuela para hacerlo.

Desde Fogones y Bandera  estamos cambiando vidas. Tú puedes ser parte de ese cambio.

410 (COCINANDO FUTURO)

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COCINANDO FUTURO
Me pregunto a la luz de las circunstancias que vive Venezuela en la actualidad, ¿Dónde está la generación de nuevos cocineros? ¿Perdimos la próxima generación de profesionales de los fogones? ¿Qué creen?

La pregunta la hizo recientemente Vanessa Rolfini, periodista venezolana radicada en Perú especializada en la fuente gastronómica, en su portal personal de la red social Facebook.

Generación. Relevo. Venezuela.

Venezuela. Generación. Relevo.

No importa el orden, asustan esas tres palabras cuando se ven juntas. Nadie quiere que el entramado del conocimiento se interrumpa. La sensación de vacío que produce la certeza de un legado dilapidado siempre dará vértigo.

Fui concebido, parido y amamantado en el medio universitario, así que entiendo perfectamente la pertinencia de la pregunta. En el caso de Ciencias, que conozco bien, en las universidades se perdió la generación de relevo. Desde los años 60 del siglo pasado se hizo un esfuerzo importante para consolidar las ciencias básicas tanto a nivel de infraestructura, como tecnológico y de recursos humanos. Hablamos de miles de científicos con nivel de Phd que formaron a miles de científicos que también hicieron post-grados y que a su vez estaban formando a una tercera generación. Los primeros están jubilados, los segundos deberían estarlo pero fueron contratados por países como Ecuador y Colombia para consolidar sus propios procesos, y los terceros, la generación de relevo, ya no le ve sentido a seguir intentándolo en el país.

Una debacle.

Tampoco es apocalíptico. Triste sí, pero no apocalíptico en el sentido de lo definitivo. Decir que más nunca se hará ciencia en Venezuela es una exageración. Así como en los años sesenta se fundaron las escuelas de Ciencias en la Universidad de los Andes, siendo mi padre uno de los fundadores del departamento de Física, se volverá hacer y se hará partiendo desde el conocimiento que impere en ese momento porque, al igual que entonces, se hará con quienes vengan formados. Pensar que nos quedamos en lo que se sabía en el año 2000, y que es a partir de allí que retomaremos, es un sinsentido que no amerita mayor análisis.

Pero volvamos a los restaurantes y los cocineros ¿Es tan grave el panorama como el de las universidades?

No.

Para empezar en los últimos doce meses han abierto muchos restaurantes nuevos y, lo que quizás sorprende aun más, están llenos. Un día promedio del nuevo restaurante Moreno en Caracas o del restaurante Casa Bistro, de los chefs y co-dueños –venezolanos- Víctor Moreno y Francisco Abenante respectivamente, implica atender 300 comensales. Mi propio restaurante en la ciudad de la Asunción en la Isla de Margarita no tuvo cupo disponible ni para almuerzo ni para cena los 10 días de influencia de la temporada de carnaval y es uno de los 5 que abrieron en los últimos cuatro meses, y en la ciudad de Mérida el complejo de 3 restaurantes nuevos manejados por sendos nóveles chefs venezolanos que hacen vida en El Belensate, puede llegar a atender 500 personas un día de fin de semana.

Los últimos dos casos a 700 kilómetros de la capital. Todos con estándares de construcción e inversión que se parecen a los de cualquier ciudad latinoamericana.

Es cuando entramos al reino de las mil y una contradicciones que de manera tan prolífica nos alimenta una economía como la nuestra.

Según la encuesta sobre Condiciones de Vida en Venezuela (Encovi) 87% de los venezolanos no tienen suficientes ingresos para comprar alimentos. En enero de 2017, la cesta básica se ubicó en más de 800.000 bolívares, 5 veces más que el salario mínimo. ¿Cómo se explica entonces que la escena gastronómica esté tan movida?

Se explica porque estamos en un continente en donde en todos los países están esos ochentaporcientos que jamás podrán comer en Palermo, Miraflores, Zona G o Mazarik, por nombrar los conos urbanos de Argentina, Perú, Colombia o México en donde se concentran los restaurantes icónicos de las listas y las candilejas.

En todas partes los movimientos culturales, especialmente los gastronómicos, los determina ese 13% que si puede. Pero aquí además se suma la realidad clásica de las economías hiperinflacionarias: eres un privilegiado si logras ahorrar, pero si eres uno de ese selecto segmento, probablemente lo que estés ahorrando no alcanza para lograr sueños mayores de vida como son comprar un apartamento o establecer mecanismos de sustento para la vejez. Sencillamete es un dinero ahorrado del que debes disponer pronto. Si no alcanza para viajar, un restaurante no es una opción descabellada.

Es verdad que todos tenemos alguien cercano en el ochenta por ciento y que los profesionales (periodistas y profesores) no tienen como pagar un restaurante, pero Venezuela está bien lejos de ser un país paralizado.

Desde la distancia se ve un pasar de diapositivas que han sido escogidas y pasadas por el filtro casi exclusivo de la polarización de ideas que imponen las redes.

¿Acaso estoy afirmando que no hay escasez de productos, que los medios mienten? La hay y es espantosa, pero hay que entender una cosa muy importante: todo lo escaso se consigue en el mercado negro (que sólo puede pagar 13% de la población y los restaurantes que obviamente trasladan ese precio al cliente) y no hay casi carestía en el rubro estacional asociado a los vegetales. Se que suena antipático, pero hay de todo. Lo que no hay es muchos que puedan pagar ese todo.

La discusión, casi exclusiva de redes, de los que se fueron o los que se quedaron es maniqueísta, tanto como la guerra de las galaxias con su bien y su mal absolutos. Esto es más complejo si realmente se desea analizar. Aquí están los de mi generación que se fueron, los que se quedaron, los que se quedaron y es en este momento que finalmente abrieron un restaurante. Está una nueva generación compuesta por los que abren lugares afuera, los que los abren en Venezuela. TODOS son partes de un mismo conjunto llamado gastronomía venezolana. No lo afirmo yo desde mis deseos chauvinistas y gregarios, lo siento porque así se los he escuchado.

Inclusive hay que tener mucho cuidado con afirmaciones como que todos los que estudian en escuelas de cocina lo están haciendo para poder irse. Es obvio que cuando mucha gente desea emigrar producto de una crisis, busca opciones de oficio para tratar de llegar con herramientas mínimas de supervivencia y es válido. Si ahora en una escuela de cocina hay más de los que se quieren ir y menos de los que toda la vida han deseado ser cocineros, no importa. Los que abren restaurantes son los segundos y no han dejado de existir.

Pero la pregunta de la periodista Vanessa Rolfini deja entrever otra realidad cuando pregunta ¿Dónde está la generación de nuevos cocineros? Si ella debe hacerse esa pregunta es porque honestamente no sabe donde están, y conociendo como conozco a esta acuciosa periodista, el que no lo sepa no es por que no ha hecho la tarea de averiguar sino porque en efecto se sabe poco de lo que actualmente sucede en eso que en tiempos mejores llamaban la escena.

En ese mismo post del que hago mención, una respuesta (de la también emigrada periodista gastronómica venezolana Gabriela Guedez, actualmente viviendo en Irlanda) asoma la clave al ella afirmar: La prensa abandona a lo que deja de generar interés en los lectores. Es un poco "catch 22" pero si la nueva generación no ha logrado darse a conocer, no creo que sea por una decisión de la prensa de "darle la espalda".

Esta frase tiene dos aristas muy importantes: interés, por una parte, y exposición por la otra.

En efecto la cultura ya no es interesante en mi país. No lo es porque es considerado políticamente incorrecto hablar de placeres cuando otros sufren. Ni siquiera es un hecho basado en estadísticas ya que hay países con condiciones de desigualdad (no confundir desigualdad con pobreza general) infinitamente superiores a las de Venezuela, en donde escribir sobre cultura no está mal visto. Pero en Venezuela la fuente gastronómica (y muy lamentablemente: la literaria) se viene considerando frívola. Pensar así está generando un daño enorme y en el fondo todos somos rehenes de unos pocos pero muy vociferantes radicales políticos de redes. Hoy en Venezuela un periodista gastronómico se la piensa dos veces antes de escribir sobre “frivolidades” porque eso no sólo no  es de interés del público sino hasta peligroso. Me entristece ver buenos artículos sobre gastronomía dañados porque de manera obligada le agregan componentes de impacto social para quedar bien con todos; y buenos artículos de literatura destruidos porque a juro obligan al escritor a expresar su opinión sobre la situación política imperante.

Respecto a la exposición de una generación que no ha logrado darse a conocer, el escenario es cruel. Los espacios naturales de exposición son los congresos de cocina. Equivalen a los grandes desfiles de moda y son los que generan tendencias. Si un país se pone de moda (como lo logra, es harina de otro costal y prácticamente la razón de mi libro “12 pasos para cocinar la imagen de un país”) es más invitado a esos foros y si cae en desgracia lo dejen de invitar. Los congresos huelen las crisis y suelen tenerle aprensión.

Venezuela no tiene políticas de estado, no puede organizar congresos, no es invitada, no puede traer periodistas. Eso invisibiliza a los ojos de afuera a una generación en extremo talentosa, pero afirmo con absoluta responsabilidad que en este momento en mi país se está cocinando mejor y con mucha más inteligencia que hace diez años.

Pero llegados a este punto no he contestado la pregunta crucial: ¿hay una generación de relevo?

Sí.

¿Cómo puedo afirmarlo si al mismo tiempo acepto que muchísimos de los que se formaron bajo el mando de mi generación montaron carpa en otras latitudes?

La clave está en la palabra oficio.

Mientras el reino de las ideas mantenga espacios (y ese reino está muy vivo desde la sociedad civil) y haya gente con ganas de formarse en un oficio, siempre habrá una generación de relevo. No es condición sine qua non que haya maestros. De hecho, la experiencia me dice que en los países en donde ha habido movimientos culturales gastronómicos importantes, se ha dado desde la irrupción y no desde la continuidad.

Nunca seremos lo que fuimos en 1980, o en 1990 o en 2000… cada quien vive el tiempo que le tocó vivir y en cada década aparecen nuevos periodistas, organizadores , empresarios, cocineros con ideas adaptadas al tiempo en que les toca crear.

¿Qué hubiese pasado de no haber habido crisis económica y diáspora de cocineros, periodistas y empresarios gastronómicos? Nunca lo sabremos. La vida continúa para los que estamos aquí y continúa para los que están afuera. Cada quien construyendo una realidad dinámica y construyendo su historia. Los pueblos no se echan a morir. Eso sólo pasa en las redes.

¿Califica de movimiento gastronómico lo que actualmente sucede en Venezuela? No lo se. El sólo hecho de ser cocinero casi me invalida para afirmarlo o negarlo, porque eso es labor de críticos gastronómicos. Igual cabría hacerse la pregunta si calificaba de movimiento lo que había hace diez años cuando estábamos descubriendo el pastel de chucho o hace 30 cuando aquí se tomaba más Boujolais Noveau que en Francia en Noviembre.

Yo creo que si. Creo que aquí se está gestando algo en extremo interesante. Tengo dos años recorriendo cada rincón de este país, reuniéndome con una generación cuyos miembros rondan los treinta años y que podrían ser mis hijos, y no exagero. Me emocionan. No son los que se quedaron porque no les quedó opción, y tampoco se sienten héroes por hacerlo. Es más, ni siquiera pierden el tiempo en pensar que quedarse es un acto heroico o que irse es traición. Se forman y abren restaurantes y generan propuestas porque eso es lo que han hecho desde hace dos siglos los cocineros en sus países, con sus recuerdos, sus productos y sus conversas generacionales en donde comparten gusto por la misma música.

En cuatro meses que tengo abierto en mi nuevo restaurante le he pedido a un cocinero de Mérida y a otro de Maracaibo que tomen mi cocina por un día, y el aprendizaje y mi emoción han rallado en el paroxismo. Tanto, que deseo que en mi restaurante cada mes cocine uno de esa generación. Son inteligentes, arrojados, se reúnen mucho entre ellos, investigan mucho, son pragmáticos. Yo nombro a Carlos Hernández, Tomás Martinó, Teo Zurita, Beto Puerta, Nelson Castro, Karelia Rivero, Alejandro Pizorno, Iván García, Pedro Castillo… ¡Y paro aquí porque voy a dejar a varios por fuera porque estoy escribiendo de corrido y me da vergüenza no nombrarlos!, y me emociono. No sólo porque al nombrarlos he tocado  seis ciudades de Venezuela, sino porque los admiro por sus propuestas.


Sólo rezo para que la crisis económica pase y ellos puedan organizar un congreso. Su congreso. Cuando eso suceda, los de mi generación no sabremos de donde salió el tsunami que se nos vendrá.

Ese día tenemos que estar preparados para estar felices cuando nos mojemos.

PALMEROS ASUNTINOS (2017)

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El DOMINGO DE RAMOS los cristianos celebramos la entrada triunfal de Jesús a Nazareth la semana anterior a su crucifixión, muerte y posterior resurrección. Montado en burrito el pueblo vitoreaba al Mesías al canto de Bendito es el que viene en el nombre del Señor. Bendito es el enviado del Reino de Nuestro Padre y a su paso ponían ramas de olivo. En conmemoración el Domingo de Ramos los feligreses en cada iglesia van con una rama de palma.

Esa palma es recogida cada año por los Palmeros en medio de una jornada absolutamente hermosa que se repite cada año. Lo que sigue es el recuento fotográfico de la jornada de poda de la Palma Real en la Isla de Margarita. Soy palmero hace algunos años y hago este recuento porque deseo que la gente sepa que esa palma es recogida por gente de la más maravillosa que conozco: mis compañeros los PALMEROS ASUNTINOS.

Nota: Pulsando sobre cada foto, pueden verse con más detalle.





1. DÍA1: El Jueves, a lo largo del día, van subiendo los palmeros, grupos de apoyo y funcionarios (Inparques, Bomberos y Protección Civil) al Campamento Base. El campamento fue construido hace varias décadas por los palmeros y cada año se le hacen mejoras. Queda a media montaña del Cerro Copey (el más alto de la Isla de Margarita con casi 900 metros) y llegar allí toma aproximadamente una hora a ritmo fuerte. Cada quien va escogiendo donde poner la hamaca (algunos bajo techo y otros al aire libre) y pernoctan aproximadamente 80 personas. Es un momento de reencuentros.


2. DÍA1: Se hace comida. Una gran olla de pasta con aliños y la suma de lo que haya subido cada quien. Ya de noche hay una gran cena en medio de la montaña. Todo el mundo debe bañarse con tapara con agua helada que baja de la montaña y los palmeros que van a subir preparan su equipo. A las 9pm la directiva de los palmeros recuerda las reglas de comportamiento y lee la providencia gubernamental que da permiso para la poda y establece las reglas para poder estar en el parque. A las 10 de la noche todo el mundo debe estar durmiendo. Es un grupo muy disciplinado.



3. DÍA 2: A las 3:30 am se da un primer aviso para despertar y a las 4 am nadie debe estar en su hamaca. En ese momento se lee la lista de los tres grupos que subirán a alta montaña. Cada grupo tiene 1 jefe, 1 funcionario de defensa civil, bomberos o inparques con primeros auxilios, y 7 palmeros (en total subirán 24 palmeros y tres funcionarios. En el campamento quedan los demás). Cada quien prepara lo necesario, toman café y un desayuno ligero. Exactamente a las 5 am se va pasando lista y van saliendo en orden marcial los tres grupos. Se camina totalmente de noche por una hora sólo con la luz de linternas. Es de las partes más difíciles de la jornada porque es selva cerrada con piedras y raíces y barrancos. El paso es lento y muy cauteloso.


4. DÍA2: Con los primeros rayos de luz se llega a Río Blanco. Allí se hace un descanso que se aprovecha para tomar agua, comer algo y reponer fuerzas. A partir de allí cada grupo tomará zonas distintas de la montaña, lo que implica una separación. Quedan tres grupos de 9 integrantes. Horas después, este mismo lugar será el punto de encuentro. Cuando un grupo llega a este punto debe esperar al siguiente antes de poder bajar, es la forma de asegurar que todos estén bien y completos.


5. DÍA 2: A las 7:30 am el grupo llega a la parte alta que es donde está la palma real. Allí se corta una vara larga de madera (llamada "lata") y en la punta se le introduce el escopador metálico afilado, que se fija con clavos.


6. DÍA 2: Comienza el trabajo de poda que es que es bastante difícil. Las palmas son difíciles de distinguir en medio de la selva y se confunden con un árbol llamado Corozo que tiene espinas en todo el tronco. Llegar a una palma puede tomar bastante tiempo y en ocasiones es muy peligroso por los barrancos. El Escopador corta las hojas viejas y grandes (esto garantiza que el árbol viva y no sufra daño) y los ayudantes (llamados "Guataneros") las van apilando y trasladando al campamento base del grupo en la parte alta de la montaña, en la zona que se le asignó. El número de hojas a podar lo establece Ministerio de Ambiente y un funcionario se asegura que ese sea el número. Recolectar 50 hojas toma dos horas. En ocasiones anteriores ha tomado hasta cuatro horas debido a lo resbaladizo del terreno por la humedad. Este año hubo suerte y todo fluyó sin mayores caídas.


7. DÍA 2: Una vez recolectadas las hojas de palma en el campamento de alta montaña, cada uno de los tres grupos procede a juntarlas y amarrarlas. Hablamos de paquetes de unos 2 metros y medio de altura y mucho más pesados de lo que uno pueda imaginar. La bajada de las palmas al campamento base (y luego a la ciudad) es un trabajo muy demandante físicamente y que debe hacerse con extremo cuidado para evitar caídas de importancia.


8. DÍA 2: Ya de bajada, el primer grupo llega a Río Blanco, descansa y come. Son aproximadamente las 10 de la mañana. Los palmeros llevan 5 horas de jornada de trabajo. Allí espera al grupo 2 y una vez seguro de que todos vienen bien, inicia la bajada al campamento de los palmeros a media montaña. El grupo 2 hace los mismo con el 3. Cuando los 24 palmeros llegan al campamento son esperados por quienes se quedaron y por algunas personas que han subido este día. Allí se les da arepa rellena de guiso de raya y papelón con limón. En la capilla se le reza a la virgen para agradecerle la buena jornada.


9. Los palmeros descansan hasta la 11:30 am y se preparan para la larga caminata final. A la hora señalada se indica la bajada a la base del Cerro Copey, acompañados por las aproximadamente 60 personas que se encuentran arriba.


10. DÍA 2: A las 12:30pm llegan a la base del Cerro Copey en el sector conocido como "Quebracho". Es un momento festivo. Mucha gente los está esperando.



11. DÍA 2: Comienza la marcha a través del pueblo del Copey y luego por las calles de La Asunción. Cada vez hay más gente, hay música, grupos folclóricos bailan en algunos puntos, la gente les regala agua. Es el momento de la gran celebración. Este recorrido dura aproximadamente una hora.


12. DÍA 2: Son las 2:30 pm Han pasado dos días y en este viernes en particular la jornada ininterrumpida es de diez horas. Los Palmeros Asuntinos llegan a la sede de la Asociación de Palmeros Asuntinos y van dejando su carga. De cada parroquia del Estado Nueva Esparta (Isla Margarita e Isla de Coche) vendrán a recoger su cuota de palma. Los palmeros pueden estar tranquilos, en dos días (el Domingo de Ramos) habrá suficiente palma para bendecir.


13. DÍA 2: A las 3 de la tarde en la sede de los Palmeros Asuntinos se hace entrega de reconocimientos acompañados por los vecinos. Ha llegado la hora de poder sentarse ¡Se lo han ganado!




















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